María Luisa Calero Vaquera
Las ideas de Eduardo Benot sobre la construcción de la lengua universal: breves apuntes[1]
0. Preliminar
El debate sobre la conveniencia de construir una lengua para la comunicación internacional se avivó en los países occidentales durante el siglo XIX, especialmente en su segunda mitad. Algunos de los viejos argumentos de la época renacentista --v. gr. la necesidad de una comunicación eficaz y unívoca entre científicos de diferentes lenguas— fueron retomados en esta ocasión, pero otros aportaban aspectos novedosos al debate; así, se comentaba con pesar la paradoja de que los múltiples avances tecnológicos del momento (la locomotora, el automóvil, el teléfono, etc.) acercaban físicamente a los pueblos pero los mantenían lingüísticamente alejados. Novedosas fueron también —aunque no en todos los casos— las pautas que ahora se preferían en el proceso de construcción lingüística: tanto los fonemas, como las unidades léxicas y la estructura sintáctica se extraerían de los elementos comunes a los idiomas europeos más extendidos, dando así como resultado las que se conocen genéricamente como lenguas artificiales a posteriori.
En este trabajo abordaremos las opiniones que al respecto sustentaba Eduardo Benot (Cádiz 1822-Madrid 1907), cuya curiosidad por todo lo lingüístico[2] no permaneció ajena al debate contemporáneo sobre la construcción de lenguas, pese a la existencia de algunos pasajes en que se muestra refractario a adentrarse en la cuestión: "Grandioso es el intento de inventar una lengua universal, pero ¿cómo, si todavía no están bien estudiadas las lenguas existentes?" (Benot [s. a.] [1888-1891?], I, 273).
Las ideas de Eduardo Benot sobre la posibilidad de crear una lengua universal nos han llegado a través de un par de textos, de breve y similar extensión:
• La conferencia (titulada "Memoria del Sr. D. Eduardo Benot") [texto M] que presentó al Congreso Literario Hispano-Americano, celebrado en Madrid del 31 de octubre al 10 de noviembre 1892 y organizado por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles para conmemorar el IV Centenario del descubrimiento de América; posteriormente publicada en las correspondientes Actas del Congreso (Sección Primera. Filología), 257-261.
• Un apéndice de cinco páginas, con el título "Proyectos de lengua universal", [texto P] añadido como colofón de la Arquitectura de las lenguas ([s. a.] [1888-1891?]), t. III, 683-687.
En una primera lectura apresurada (o parcial) podría parecer que uno y otro documentos son versiones casi idénticas de un mismo discurso sobre el problema de la lengua universal, dado que gran parte de las ideas y expresiones las encontramos repetidas en ellos, aunque siguiendo distinta estructuración. Sin embargo, una lectura más atenta nos revela algunas diferencias notables, debido sobre todo al cambio de focalización en los argumentos empleados. Así, en el texto P se apuesta por la posibilidad de construir, no una lengua franca que pueda ser utilizada por todos los países del planeta, sino "una lengua común de los pueblos cultos" sobre la base prioritaria de las palabras derivadas del latín y diseñando para ella una "gramática sencillísima" (Benot [s. a.] [1888-1891?], 686-7); como modelo le sirve la lengua católica de Alberto Liptay (1890), a la que añadirá Benot algunos requerimientos lingüísticos de su propia cosecha. En cambio, en el texto M el autor gaditano carga las tintas sobre las "dificultades casi incontrastables que se oponen a la universal aceptación de una lengua artificial" (Benot 1892, 259), si bien reconoce la existencia de ese "lenguaje de la civilización" formado por los "pueblos más avanzados, progresivos y poderosos del planeta" (íd.), entre los que se encuentra el español; Benot se detiene aquí en señalar la "[grandiosa] misión encomendada á los pueblos que hablan castellano" (íd.) y en convencer a sus destinatarios de la necesidad de seguir manteniendo la unidad de su lengua —presentada como instrumento de confraternización entre los hispanos— para "impedir la corrupción del admirable sistema elocutivo que nos une con lazos de afinidad" (Benot 1892, 261).
En las páginas siguientes iremos contrastando con más detalle las reflexiones (junto con su desarrollo y organización) contenidas en ambos documentos, para extraer los resultados pertinentes. Son textos que, a pesar de su brevedad (y de su carácter peritextual en el caso de P) nos han parecido dignos de análisis por el diferente enfoque que presentan del problema de la construcción de la lengua universal, de renovada actualidad en su época. Conviene advertir en este punto que por la indefinición cronológica con que se publicó la Arquitectura de las lenguas ([s. a.] [1888-1891?]) y las diferentes fechas propuestas por los especialistas[3] no sería prudente aplicar aquí los sugerentes métodos de series textuales propuestos para la historiografía lingüística por Haßler (2002) o Zamorano (2013 y 2017), en los que la dimensión temporal adquiere un papel determinante (sine qua non, podríamos decir). Somos conscientes de —y lamentamos— que esta limitación instrumental seguramente nos impedirá detectar aspectos tan atractivos como, por ejemplo, una posible evolución del pensamiento de Benot respecto al tema tratado. Aun así, creemos que nuestro trabajo conserva su interés porque, como decíamos, viene a mostrar la diferente perspectiva que, respecto al debate de la lengua universal, adopta Benot en función de los destinatarios y del contexto a los que va dirigido cada uno de los documentos en cuestión.
Descartado, pues, el factor diacrónico en nuestro método de trabajo, el criterio escogido como punto de partida para el análisis contrastivo será de carácter puramente formal, de modo que en primer término analizaremos el texto que presenta una segura datación (texto M). El análisis del texto P vendrá a continuación, teniendo siempre como referente el texto M.
1. "Memoria del Sr. D. Eduardo Benot" (1892): la importancia del castellano [unido] como "lenguaje de la civilización"
En este escrito, transcripción de la conferencia que había sido presentada por Benot al Congreso Literario Hispano-Americano (Madrid, 1892) con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América, comienza Benot por establecer la clásica contraposición decimonónica entre la dificultad de las comunicaciones en el "mundo antiguo" (con oportunas referencias al aislamiento que sufría el continente americano respecto de otros pueblos, antes de la "travesía de Colón", aventura que fue "tachada de locura por el tiempo sin precedentes que se suponía indispensable para atravesar el mar desconocido", p. 257) y el progreso de la "edad moderna" que, gracias a "inventos de bronce y de acero, que respiran humo y vapor", y a "los eléctricos alambres, ha conseguido vencer a los dos formidables déspotas de la antigüedad, el Espacio y el Tiempo" (p. 257). Pese a esos sorprendentes adelantos de la ciencia y la técnica, Benot, con un lamento de resonancias bíblicas impropio de un lingüista de su talla, declara que "aún sufrimos la tiranía que nos impone la multiplicidad de las lenguas habladas en el mundo" (p. 257)[4].
Los ensayos habidos —sigue diciendo— por parte de "hombres de buena intención y de gran entendimiento" (p. 257) para dotar a la civilización de una lengua universal han sido en vano, no tanto por las dificultades teóricas de la empresa cuanto por "los inconvenientes de la práctica". Tales inconvenientes se derivan, según Benot, de dos limitaciones inherentes a la psique humana: "la imperfección de nuestra inteligencia" y "la escasa extensión de nuestra facultad de recordar"[5] (p. 257). Y en seguida viene la inferencia en forma de preguntas retóricas:
Y, si resulta imposible aprender el diccionario de la lengua patria, ¿quién podrá gloriarse de poseer el de un idioma no directamente emparentado con el propio ni hablado desde la niñez? ¿Cómo adquirir y retener lo caprichosamente arbitrario, sin antecedente ni ligamen sistemático con la lengua patria? (Benot 1892, 258).
La conclusión parece clara para Benot: la imposibilidad de adquirir y memorizar una lengua de carácter universal, por la excesiva factura convencional y "caprichosa" hasta ahora utilizada. Y como ejemplo reciente de esos intentos fallidos de creación de una lengua general trae Benot el Volapük (1879), de Johann Martin Schleyer, lengua que considera "producto inarmónico de los antojos del capricho, sin referencia sistemática al fondo común de la elocución universal"[6] (p. 258). Y a continuación sentencia: "Mientras se trate de inventar Léxicos será imposible una lengua común á todas las naciones de la tierra" (Benot 1892, 258).
Una posible alternativa que, según Benot, daría salida al problema de construcción de la lengua global es el proyecto filantrópico de Alberto Liptay, con cuya reciente propuesta de lengua católica (= 'universal') (1890)
[…] demuestra que hay muchos millares de voces de uso general en los pueblos más civilizados, las cuales pueden y deben servir de núcleo para un glosario común á los quinientos millones que forman la parte más importante de la Humanidad (Benot 1892, 258).
En efecto, el médico chileno (por adopción) Alberto Liptay se integra plenamente en la corriente surgida a mediados del siglo XIX que recomendaba, en la tarea de construcción de una lengua general, proveer su vocabulario de raíces de las lenguas indoeuropeas, preferentemente del latín, junto a una gramática lo más simple posible. Entre otras, estas eran las recomendaciones de la Société Internationale de Linguistique (1856) y la American Philosophical Society (1887) (v. Galán 2016, 60). Participaba Liptay, por otro lado, del anhelo de reformas pedagógicas que los gobernantes chilenos promovían, en esa época de búsquedas identitarias en Hispanoamérica, lo que explicaría el empeño de este autor por diseñar una lengua con el mayor grado de racionalidad posible en cada uno de sus niveles, incluido el ortográfico (v. Galán 2016, 62). Por tanto, este proyecto de lengua católica que, según Benot, "no aspira á la invención, sino al aprovechamiento de lo existente" (p. 258), resulta el más próximo a su idea de cómo debería configurarse una lengua de entendimiento universal para ser realmente operativa y útil. A continuación —añade Benot—:
[…] para utilizar este acervo común, sólo sería necesario: uniformar la pronunciación, uniformar la ortografía, simplificar el sistema de flexiones españolas, italianas, etc., y uniformar la construcción (Benot 1892, 258-9).
Y concluye: "Nada más racional que el proyecto de Liptay: nada más fácil relativamente" (p. 259; versalita y cursiva en el original).
Parece que Benot ha encontrado, al fin, en este proyecto de Liptay la solución práctica al largo debate del establecimiento de una lengua universal. Sin embargo, un inesperado giro en su razonamiento nos devuelve al punto de partida: "Pero el problema está aún por resolver, porque el lenguaje universal no ha sido inventado todavía" (p. 259). Y aunque hubiera sido inventado, prosigue, surgirían inconvenientes insalvables en su posterior implantación, por la previsible falta de acuerdo internacional y por las dificultades a las que determinados pueblos tendrían que enfrentarse en su adquisición fonética y sintáctica:
[…] ¡cuánto tiempo no exigiría el llegar á un gran convenio internacional en cuya virtud se generalizara! ¿Qué gobierno, por autoritario que fuese, se atrevería á declararlo obligatorio, ignorando si al fin sería aceptado por todas las naciones? Y ¿no lo rechazarían constantemente los pueblos incapaces de pronunciar ciertos sonidos que nos son muy fáciles y para quienes resultan refractarias nuestras construcciones? (Benot 1892, 259).
Y remata su razonamiento con una frase categórica: "[…] dificultades casi incontrastables se oponen á la universal aceptación de una lengua artificial" (p. 259).
¿Cuál podría ser, entonces, la salida (si es que existe)? Para Benot, la única vía posible es el recurso al que llama "lenguaje de la civilización", constituido por las tres lenguas (o cuatro, pues considera que el castellano y el portugués son dos variantes del español) que hablan los pueblos de mayor influencia política, económica y cultural en su época[7]:
[…] existe afortunadamente un lenguaje de la civilización, si bien en tres formas diferentes: Inglés, Español y Francés. No hay pueblo culto bañado por el mar donde no se hable inglés, ó bien español en sus dos variantes castellana y portuguesa; y no existe sociedad adelantada donde no se hable francés. Quien sepa estas tres lenguas posee el lenguaje universal de los pueblos más avanzados, progresivos y poderosos del planeta (Benot 1892, 259).
Con un discurso que hoy consideraríamos de carácter "supremacista", encomienda la "grandiosa misión" civilizatoria a estos tres (o cuatro) pueblos hablantes de esas lenguas, entre ellas la castellana:
Pero, si el conocimiento del inglés, del español y del francés, no resuelve el problema en toda su generalidad, lo resuelve en mucha parte, y sobre todo en los pueblos Europeos y Americanos que marchan á la cabeza de la civilización, y que imponen el progreso por su ciencia, ó arrollan por la fuerza de sus armas los obstáculos que les pone el salvajismo ó el atraso (Benot 1892, 259; cursiva nuestra).
Pero, para llevar a cabo ese cometido civilizador, recomienda a su público (los escritores y artistas hispanoamericanos) mantener la unidad lingüística: " […] es necesario que nuestra hermosa lengua castellana no se disuelva en dialectos; —que sólo la unidad de lenguaje puede ser vehículo de la sociabilidad humana" (Benot 1892, 259-60).
Benot, quizás para evitar malentendidos con ciertos sectores de la intelectualidad latinoamericana defensores de las particularidades lingüísticas del español de Ultramar, se apresura a aclarar que su apuesta por la unidad del castellano no excluye el reconocimiento de la mutabilidad de las lenguas, ya que estas son "organismos vivientes que nacen con un significado material; crecen y se agrandan y se espiritualizan con el sentido translaticio; […] y tal vez mueren" (p. 260). Considera que los neologismos y los cambios semánticos son dos de los agentes fundamentales del desarrollo de "los pueblos" [= ¿de las lenguas?]:
Las palabras cambian porque cambian las ideas, y pretender que las lenguas permanezcan estacionarias sería aspirar á la perpetuidad de la ignorancia. El neologismo y el cambio de acepciones constituyen las dos fuentes principales del desarrollo de los pueblos (Benot 1892, 260).
Y en el caso concreto de la lengua castellana, hablada a un lado y otro del Atlántico, es aún más razonable admitir —dice— la variación léxica:
Pensar que el Diccionario no varíe es simplemente una ignara demencia, y más tratándose de Estados como los que hoy hablan la lengua castellana, —unos en Europa y otros en América, —unos en el hemisferio Norte y otros en el hemisferio Sur, con distintas constelaciones en sus cielos y con faunas y floras diferentes en sus tierras, con ríos aquí pigmeos como el Tajo y con el coloso allí del Amazonas, —aquí rodeados de gentes civilizadas, y allá de tribus salvajes todavía, —cristalizados aquí los Pirineos y el Mulhacén, y convulsas allá las Cordilleras por el tremebundo hervir de los volcanes (Benot 1892, 260-1).
Y un par de veces más se detiene en la idea de que es perfectamente factible conjugar los elementos de ese binomio || <cambio (léxico) / inmovilidad (de la lengua)> ||, un binomio solo aparentemente paradójico, pues "la variación de las palabras no implica nunca el cambio de la lengua"; en otros términos, "no es posible […] inmovilizar el diccionario, pero sí es posible conservar el idioma" (p. 261).
Queda clara, pues, la alineación de Benot con aquella corriente que, en algunos países hispanoamericanos de finales del siglo XIX, defendía la uniformidad del español en su extensa implantación geográfica, como lengua que debiera ser plenamente compartida en sus diferentes niveles con la antigua metrópoli; y ello frente a quienes, por un lado, exigían con criterios drásticos una identidad lingüística propia (no solo política y sociocultural) y, por otro, frente a los impulsores del panamericanismo, proyecto que amenazaba con entreverar el español de Hispanoamérica con la lengua (y la cultura) anglosajona[8]. Y en esa defensa de la unidad del idioma, de su común "sistema elocutivo"[9], no le parece suficiente a Benot la labor de las instituciones oficiales que velan por la lengua española sino que esta tarea la juzga también responsabilidad del conjunto de los escritores hispanoamericanos, a quienes va precisamente dirigido su discurso:
Y á esta conservación de una de las tres lenguas que constituyen el lenguaje de la civilización, debemos contribuir todos cuantos escribimos, y todos cuantos tienen obligación de hablar bien. No basta con la incesante labor de las Academias, así de la Española como de las Americanas sus correspondientes: es necesario que á la obra contribuya el no inferior ni menos valioso que pudiéramos decir elemento popular de las letras españolas: es necesario que, conscientemente, se crean instrumentos de la sociabilidad humana todos los escritores hispano-americanos, y que todos, en masa é individualmente, se consideren en el deber social de impedir la corrupción del admirable sistema elocutivo que nos une con lazos de afinidad (Benot 1892, 261).
2. "Proyectos de lengua universal" ([s. a.] [1888-1891?]): manual de instrucciones para armar una lengua (casi) universal
Los contenidos de "Proyectos de lengua universal" ([s. a.] [1888-1891?]) son a primera vista semejantes a los de la "Memoria" (1892). Pero, como señalábamos al principio, un cotejo más atento de ambos documentos revela que en el texto P con relación al texto M hay: a) ideas que se repiten, con mayor o menor grado de literalidad; b) ideas ausentes, y c) ideas que no figuran en el texto de 1892.
Las ideas de Eduardo Benot sobre la construcción de la lengua universal: breves apuntes[1]
0. Preliminar
El debate sobre la conveniencia de construir una lengua para la comunicación internacional se avivó en los países occidentales durante el siglo XIX, especialmente en su segunda mitad. Algunos de los viejos argumentos de la época renacentista --v. gr. la necesidad de una comunicación eficaz y unívoca entre científicos de diferentes lenguas— fueron retomados en esta ocasión, pero otros aportaban aspectos novedosos al debate; así, se comentaba con pesar la paradoja de que los múltiples avances tecnológicos del momento (la locomotora, el automóvil, el teléfono, etc.) acercaban físicamente a los pueblos pero los mantenían lingüísticamente alejados. Novedosas fueron también —aunque no en todos los casos— las pautas que ahora se preferían en el proceso de construcción lingüística: tanto los fonemas, como las unidades léxicas y la estructura sintáctica se extraerían de los elementos comunes a los idiomas europeos más extendidos, dando así como resultado las que se conocen genéricamente como lenguas artificiales a posteriori.
En este trabajo abordaremos las opiniones que al respecto sustentaba Eduardo Benot (Cádiz 1822-Madrid 1907), cuya curiosidad por todo lo lingüístico[2] no permaneció ajena al debate contemporáneo sobre la construcción de lenguas, pese a la existencia de algunos pasajes en que se muestra refractario a adentrarse en la cuestión: "Grandioso es el intento de inventar una lengua universal, pero ¿cómo, si todavía no están bien estudiadas las lenguas existentes?" (Benot [s. a.] [1888-1891?], I, 273).
Las ideas de Eduardo Benot sobre la posibilidad de crear una lengua universal nos han llegado a través de un par de textos, de breve y similar extensión:
• La conferencia (titulada "Memoria del Sr. D. Eduardo Benot") [texto M] que presentó al Congreso Literario Hispano-Americano, celebrado en Madrid del 31 de octubre al 10 de noviembre 1892 y organizado por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles para conmemorar el IV Centenario del descubrimiento de América; posteriormente publicada en las correspondientes Actas del Congreso (Sección Primera. Filología), 257-261.
• Un apéndice de cinco páginas, con el título "Proyectos de lengua universal", [texto P] añadido como colofón de la Arquitectura de las lenguas ([s. a.] [1888-1891?]), t. III, 683-687.
En una primera lectura apresurada (o parcial) podría parecer que uno y otro documentos son versiones casi idénticas de un mismo discurso sobre el problema de la lengua universal, dado que gran parte de las ideas y expresiones las encontramos repetidas en ellos, aunque siguiendo distinta estructuración. Sin embargo, una lectura más atenta nos revela algunas diferencias notables, debido sobre todo al cambio de focalización en los argumentos empleados. Así, en el texto P se apuesta por la posibilidad de construir, no una lengua franca que pueda ser utilizada por todos los países del planeta, sino "una lengua común de los pueblos cultos" sobre la base prioritaria de las palabras derivadas del latín y diseñando para ella una "gramática sencillísima" (Benot [s. a.] [1888-1891?], 686-7); como modelo le sirve la lengua católica de Alberto Liptay (1890), a la que añadirá Benot algunos requerimientos lingüísticos de su propia cosecha. En cambio, en el texto M el autor gaditano carga las tintas sobre las "dificultades casi incontrastables que se oponen a la universal aceptación de una lengua artificial" (Benot 1892, 259), si bien reconoce la existencia de ese "lenguaje de la civilización" formado por los "pueblos más avanzados, progresivos y poderosos del planeta" (íd.), entre los que se encuentra el español; Benot se detiene aquí en señalar la "[grandiosa] misión encomendada á los pueblos que hablan castellano" (íd.) y en convencer a sus destinatarios de la necesidad de seguir manteniendo la unidad de su lengua —presentada como instrumento de confraternización entre los hispanos— para "impedir la corrupción del admirable sistema elocutivo que nos une con lazos de afinidad" (Benot 1892, 261).
En las páginas siguientes iremos contrastando con más detalle las reflexiones (junto con su desarrollo y organización) contenidas en ambos documentos, para extraer los resultados pertinentes. Son textos que, a pesar de su brevedad (y de su carácter peritextual en el caso de P) nos han parecido dignos de análisis por el diferente enfoque que presentan del problema de la construcción de la lengua universal, de renovada actualidad en su época. Conviene advertir en este punto que por la indefinición cronológica con que se publicó la Arquitectura de las lenguas ([s. a.] [1888-1891?]) y las diferentes fechas propuestas por los especialistas[3] no sería prudente aplicar aquí los sugerentes métodos de series textuales propuestos para la historiografía lingüística por Haßler (2002) o Zamorano (2013 y 2017), en los que la dimensión temporal adquiere un papel determinante (sine qua non, podríamos decir). Somos conscientes de —y lamentamos— que esta limitación instrumental seguramente nos impedirá detectar aspectos tan atractivos como, por ejemplo, una posible evolución del pensamiento de Benot respecto al tema tratado. Aun así, creemos que nuestro trabajo conserva su interés porque, como decíamos, viene a mostrar la diferente perspectiva que, respecto al debate de la lengua universal, adopta Benot en función de los destinatarios y del contexto a los que va dirigido cada uno de los documentos en cuestión.
Descartado, pues, el factor diacrónico en nuestro método de trabajo, el criterio escogido como punto de partida para el análisis contrastivo será de carácter puramente formal, de modo que en primer término analizaremos el texto que presenta una segura datación (texto M). El análisis del texto P vendrá a continuación, teniendo siempre como referente el texto M.
1. "Memoria del Sr. D. Eduardo Benot" (1892): la importancia del castellano [unido] como "lenguaje de la civilización"
En este escrito, transcripción de la conferencia que había sido presentada por Benot al Congreso Literario Hispano-Americano (Madrid, 1892) con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América, comienza Benot por establecer la clásica contraposición decimonónica entre la dificultad de las comunicaciones en el "mundo antiguo" (con oportunas referencias al aislamiento que sufría el continente americano respecto de otros pueblos, antes de la "travesía de Colón", aventura que fue "tachada de locura por el tiempo sin precedentes que se suponía indispensable para atravesar el mar desconocido", p. 257) y el progreso de la "edad moderna" que, gracias a "inventos de bronce y de acero, que respiran humo y vapor", y a "los eléctricos alambres, ha conseguido vencer a los dos formidables déspotas de la antigüedad, el Espacio y el Tiempo" (p. 257). Pese a esos sorprendentes adelantos de la ciencia y la técnica, Benot, con un lamento de resonancias bíblicas impropio de un lingüista de su talla, declara que "aún sufrimos la tiranía que nos impone la multiplicidad de las lenguas habladas en el mundo" (p. 257)[4].
Los ensayos habidos —sigue diciendo— por parte de "hombres de buena intención y de gran entendimiento" (p. 257) para dotar a la civilización de una lengua universal han sido en vano, no tanto por las dificultades teóricas de la empresa cuanto por "los inconvenientes de la práctica". Tales inconvenientes se derivan, según Benot, de dos limitaciones inherentes a la psique humana: "la imperfección de nuestra inteligencia" y "la escasa extensión de nuestra facultad de recordar"[5] (p. 257). Y en seguida viene la inferencia en forma de preguntas retóricas:
Y, si resulta imposible aprender el diccionario de la lengua patria, ¿quién podrá gloriarse de poseer el de un idioma no directamente emparentado con el propio ni hablado desde la niñez? ¿Cómo adquirir y retener lo caprichosamente arbitrario, sin antecedente ni ligamen sistemático con la lengua patria? (Benot 1892, 258).
La conclusión parece clara para Benot: la imposibilidad de adquirir y memorizar una lengua de carácter universal, por la excesiva factura convencional y "caprichosa" hasta ahora utilizada. Y como ejemplo reciente de esos intentos fallidos de creación de una lengua general trae Benot el Volapük (1879), de Johann Martin Schleyer, lengua que considera "producto inarmónico de los antojos del capricho, sin referencia sistemática al fondo común de la elocución universal"[6] (p. 258). Y a continuación sentencia: "Mientras se trate de inventar Léxicos será imposible una lengua común á todas las naciones de la tierra" (Benot 1892, 258).
Una posible alternativa que, según Benot, daría salida al problema de construcción de la lengua global es el proyecto filantrópico de Alberto Liptay, con cuya reciente propuesta de lengua católica (= 'universal') (1890)
[…] demuestra que hay muchos millares de voces de uso general en los pueblos más civilizados, las cuales pueden y deben servir de núcleo para un glosario común á los quinientos millones que forman la parte más importante de la Humanidad (Benot 1892, 258).
En efecto, el médico chileno (por adopción) Alberto Liptay se integra plenamente en la corriente surgida a mediados del siglo XIX que recomendaba, en la tarea de construcción de una lengua general, proveer su vocabulario de raíces de las lenguas indoeuropeas, preferentemente del latín, junto a una gramática lo más simple posible. Entre otras, estas eran las recomendaciones de la Société Internationale de Linguistique (1856) y la American Philosophical Society (1887) (v. Galán 2016, 60). Participaba Liptay, por otro lado, del anhelo de reformas pedagógicas que los gobernantes chilenos promovían, en esa época de búsquedas identitarias en Hispanoamérica, lo que explicaría el empeño de este autor por diseñar una lengua con el mayor grado de racionalidad posible en cada uno de sus niveles, incluido el ortográfico (v. Galán 2016, 62). Por tanto, este proyecto de lengua católica que, según Benot, "no aspira á la invención, sino al aprovechamiento de lo existente" (p. 258), resulta el más próximo a su idea de cómo debería configurarse una lengua de entendimiento universal para ser realmente operativa y útil. A continuación —añade Benot—:
[…] para utilizar este acervo común, sólo sería necesario: uniformar la pronunciación, uniformar la ortografía, simplificar el sistema de flexiones españolas, italianas, etc., y uniformar la construcción (Benot 1892, 258-9).
Y concluye: "Nada más racional que el proyecto de Liptay: nada más fácil relativamente" (p. 259; versalita y cursiva en el original).
Parece que Benot ha encontrado, al fin, en este proyecto de Liptay la solución práctica al largo debate del establecimiento de una lengua universal. Sin embargo, un inesperado giro en su razonamiento nos devuelve al punto de partida: "Pero el problema está aún por resolver, porque el lenguaje universal no ha sido inventado todavía" (p. 259). Y aunque hubiera sido inventado, prosigue, surgirían inconvenientes insalvables en su posterior implantación, por la previsible falta de acuerdo internacional y por las dificultades a las que determinados pueblos tendrían que enfrentarse en su adquisición fonética y sintáctica:
[…] ¡cuánto tiempo no exigiría el llegar á un gran convenio internacional en cuya virtud se generalizara! ¿Qué gobierno, por autoritario que fuese, se atrevería á declararlo obligatorio, ignorando si al fin sería aceptado por todas las naciones? Y ¿no lo rechazarían constantemente los pueblos incapaces de pronunciar ciertos sonidos que nos son muy fáciles y para quienes resultan refractarias nuestras construcciones? (Benot 1892, 259).
Y remata su razonamiento con una frase categórica: "[…] dificultades casi incontrastables se oponen á la universal aceptación de una lengua artificial" (p. 259).
¿Cuál podría ser, entonces, la salida (si es que existe)? Para Benot, la única vía posible es el recurso al que llama "lenguaje de la civilización", constituido por las tres lenguas (o cuatro, pues considera que el castellano y el portugués son dos variantes del español) que hablan los pueblos de mayor influencia política, económica y cultural en su época[7]:
[…] existe afortunadamente un lenguaje de la civilización, si bien en tres formas diferentes: Inglés, Español y Francés. No hay pueblo culto bañado por el mar donde no se hable inglés, ó bien español en sus dos variantes castellana y portuguesa; y no existe sociedad adelantada donde no se hable francés. Quien sepa estas tres lenguas posee el lenguaje universal de los pueblos más avanzados, progresivos y poderosos del planeta (Benot 1892, 259).
Con un discurso que hoy consideraríamos de carácter "supremacista", encomienda la "grandiosa misión" civilizatoria a estos tres (o cuatro) pueblos hablantes de esas lenguas, entre ellas la castellana:
Pero, si el conocimiento del inglés, del español y del francés, no resuelve el problema en toda su generalidad, lo resuelve en mucha parte, y sobre todo en los pueblos Europeos y Americanos que marchan á la cabeza de la civilización, y que imponen el progreso por su ciencia, ó arrollan por la fuerza de sus armas los obstáculos que les pone el salvajismo ó el atraso (Benot 1892, 259; cursiva nuestra).
Pero, para llevar a cabo ese cometido civilizador, recomienda a su público (los escritores y artistas hispanoamericanos) mantener la unidad lingüística: " […] es necesario que nuestra hermosa lengua castellana no se disuelva en dialectos; —que sólo la unidad de lenguaje puede ser vehículo de la sociabilidad humana" (Benot 1892, 259-60).
Benot, quizás para evitar malentendidos con ciertos sectores de la intelectualidad latinoamericana defensores de las particularidades lingüísticas del español de Ultramar, se apresura a aclarar que su apuesta por la unidad del castellano no excluye el reconocimiento de la mutabilidad de las lenguas, ya que estas son "organismos vivientes que nacen con un significado material; crecen y se agrandan y se espiritualizan con el sentido translaticio; […] y tal vez mueren" (p. 260). Considera que los neologismos y los cambios semánticos son dos de los agentes fundamentales del desarrollo de "los pueblos" [= ¿de las lenguas?]:
Las palabras cambian porque cambian las ideas, y pretender que las lenguas permanezcan estacionarias sería aspirar á la perpetuidad de la ignorancia. El neologismo y el cambio de acepciones constituyen las dos fuentes principales del desarrollo de los pueblos (Benot 1892, 260).
Y en el caso concreto de la lengua castellana, hablada a un lado y otro del Atlántico, es aún más razonable admitir —dice— la variación léxica:
Pensar que el Diccionario no varíe es simplemente una ignara demencia, y más tratándose de Estados como los que hoy hablan la lengua castellana, —unos en Europa y otros en América, —unos en el hemisferio Norte y otros en el hemisferio Sur, con distintas constelaciones en sus cielos y con faunas y floras diferentes en sus tierras, con ríos aquí pigmeos como el Tajo y con el coloso allí del Amazonas, —aquí rodeados de gentes civilizadas, y allá de tribus salvajes todavía, —cristalizados aquí los Pirineos y el Mulhacén, y convulsas allá las Cordilleras por el tremebundo hervir de los volcanes (Benot 1892, 260-1).
Y un par de veces más se detiene en la idea de que es perfectamente factible conjugar los elementos de ese binomio || <cambio (léxico) / inmovilidad (de la lengua)> ||, un binomio solo aparentemente paradójico, pues "la variación de las palabras no implica nunca el cambio de la lengua"; en otros términos, "no es posible […] inmovilizar el diccionario, pero sí es posible conservar el idioma" (p. 261).
Queda clara, pues, la alineación de Benot con aquella corriente que, en algunos países hispanoamericanos de finales del siglo XIX, defendía la uniformidad del español en su extensa implantación geográfica, como lengua que debiera ser plenamente compartida en sus diferentes niveles con la antigua metrópoli; y ello frente a quienes, por un lado, exigían con criterios drásticos una identidad lingüística propia (no solo política y sociocultural) y, por otro, frente a los impulsores del panamericanismo, proyecto que amenazaba con entreverar el español de Hispanoamérica con la lengua (y la cultura) anglosajona[8]. Y en esa defensa de la unidad del idioma, de su común "sistema elocutivo"[9], no le parece suficiente a Benot la labor de las instituciones oficiales que velan por la lengua española sino que esta tarea la juzga también responsabilidad del conjunto de los escritores hispanoamericanos, a quienes va precisamente dirigido su discurso:
Y á esta conservación de una de las tres lenguas que constituyen el lenguaje de la civilización, debemos contribuir todos cuantos escribimos, y todos cuantos tienen obligación de hablar bien. No basta con la incesante labor de las Academias, así de la Española como de las Americanas sus correspondientes: es necesario que á la obra contribuya el no inferior ni menos valioso que pudiéramos decir elemento popular de las letras españolas: es necesario que, conscientemente, se crean instrumentos de la sociabilidad humana todos los escritores hispano-americanos, y que todos, en masa é individualmente, se consideren en el deber social de impedir la corrupción del admirable sistema elocutivo que nos une con lazos de afinidad (Benot 1892, 261).
2. "Proyectos de lengua universal" ([s. a.] [1888-1891?]): manual de instrucciones para armar una lengua (casi) universal
Los contenidos de "Proyectos de lengua universal" ([s. a.] [1888-1891?]) son a primera vista semejantes a los de la "Memoria" (1892). Pero, como señalábamos al principio, un cotejo más atento de ambos documentos revela que en el texto P con relación al texto M hay: a) ideas que se repiten, con mayor o menor grado de literalidad; b) ideas ausentes, y c) ideas que no figuran en el texto de 1892.
Veamos con más detalle esa comparación.
a) Las ideas que aparecen tanto en un texto como en otro (ideas comunes, presentes en P y en M) son las siguientes:
• Actualmente [se refiere Benot a los años finales del siglo XIX] existe ya la lengua universal "por causas naturales", en las tres formas de inglés, español y francés:
Vista la sencillez del sistema á que, independientemente de todas sus variedades, obedece el arte de hablar en los diferentes pueblos del mundo, natural es concebir la posibilidad y acariciar la esperanza de una sencilla lengua universal, formada por artificiosos convenios; pues, á decir verdad, hoy existe ya, por causas naturales, esa lengua en las tres formas de inglés, español, y francés (Benot [s. a.] [1888-1891?]: III, 683; cursiva en el original).
[V. "Memoria" 1892, 259]
• La adquisición del léxico y de la gramática de una lengua extranjera son los dos mayores inconvenientes a los que se enfrentan los aprendices de la misma:
Dos clases muy distintas de dificultades se oponen á la adquisición de una lengua extraña.
1.º El aprendizaje del vocabulario extranjero.
2.º El conocimiento de su gramática (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 684).
[V. "Memoria" 1892: 257-258]
• "Para lo primero hay muy pocas memorias eficaces. Para lo segundo, pocas inteligencias" (p. 684). Por otra parte, si difícil es aprender el "idioma patrio", mucho más aprender "voces no emparentadas próximamente con las propias" pues la memoria humana es "incapaz de adquirir y retener lo caprichosamente arbitrario" (p. 685), como es el caso de la lengua construida por Schleyer, el volapük:
El aprendizaje del diccionario patrio es impracticable […]. La dificultad crece de punto, si integran el nuevo Léxico voces no emparentadas próximamente con las propias. Flaum, en alemán, no se parece á pluma, ni Gaul á caballo […]. Pero, cuando la dificultad de aprender un glosario se convierte en un perfecto imposible, es cuando hombres de buena voluntad y de gran entendimiento […] tratan de inventar á capricho Léxicos apropiados para la Lengua Universal. Si tan difícil es […] la posesión de un gran vocabulario de palabras no parecidas á las vernaculares […], si tanto se resiste lo emparentado por grados muy lejanos de afinidad ¿cómo ha podido caber en cabeza humana que hubiese memoria capaz de adquirir y de retener lo caprichosamente arbitrario, sin antecedente ni ligamen ninguno con la lengua patria?
Por eso el Volapük de Schleyer es inaprendible: porque su vocabulario es inventado: porque todos los términos de ese ingenioso intento de lenguaje son producto inarm[ón]ico de los antojos del capricho, sin referencia ninguna al fondo común de la elocución universal (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 684; versalita y cursiva en el original).
[V. "Memoria" 1892, 257-258]
• La lengua universal nunca llegará a ser factible si se continúa en la línea de fundarla sobre vocabularios inventados, construidos ex nihilo. El camino correcto es justamente el contrario: "aprovechar lo existente", como procede Liptay en su lengua católica, es decir, partir de voces "de uso general" (generalmente de procedencia latina) para establecer el vocabulario y, posteriormente, seguir un proceso de homologación y simplificación prosódica, ortográfica, flexiva, etc. para facilitar su aprendizaje al mayor número de personas:
Mientras se trate de inventar Léxicos será imposible una lengua común á todas las naciones de la tierra. Pero no pasará lo mismo si se toma otra dirección, como en el flamante proyecto de una lengua católica ó universal formulado por Alberto Liptay; quien […] demuestra que hay muchos millares de voces de uso general en los pueblos más civilizados, los cuales pueden y deben servir de base para un glosario común á los quinientos millones que forman la parte más importante de la Humanidad. Liptay no aspira á la invención, sino al aprovechamiento de lo existente. […] Para utilizar este acervo común, sólo sería necesario uniformar la pronunciación, uniformar la ortografía, simplificar el sistema de flexiones españolas, italianas, etcétera, y uniformar la construcción (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 685-6; versalita y cursiva en el original).
[V. "Memoria" 1892, 258-9]
b) Ideas ausentes en P / presentes en M:
• Las diferencias entre el "mundo antiguo" y la "edad moderna" en cuanto a los modos de comunicación y "el tiempo necesario para las exploraciones"}. {El "aislamiento" que padecía el continente americano respecto de los pueblos del otro continente antes de la "travesía de Colón"}. {La "tiranía" que aún padecemos debido a la diversidad lingüística del planeta}.
[V. "Memoria" 1892, 257]
• {"La tarea inacabable de la civilización", "la [grandiosa] misión que por su lengua está encomendada á los pueblos que hablan castellano"}. {Requisitos para llevar a cabo esta tarea: evitar que el castellano "se disuelva en dialectos"; mantener la unidad de la lengua como "vehículo de la sociabilidad humana", no obstante la variación léxica y los cambios que se produce legítimamente en su seno}.
[V. "Memoria" 1892, 259-61]
• {Los escritores hispanoamericanos (los "escritores de ambos mundos") son, junto a las Academias española y americanas, los "custodios del habla castellana" y tienen, por tanto, el "deber social de impedir la corrupción" de esta lengua que une a los hispanohablantes}.
[V. "Memoria" 1892, 261]
c) Ideas presentes en P / ausentes en M:
• La construcción de una lengua (casi) universal, que utilizara las "voces de uso general de los pueblos más civilizados", es perfectamente factible:
¿Qué dificultad seria puede haber para adoptar como materiales de una lengua todas las palabras de uso universal, y sujetarlas á una gramática sencillísima, aprendible en cortas horas por su falta de excepciones y complicación? (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 687).
• El ahorro del tiempo invertido en aprender otras lenguas distintas a la materna sería una de sus mayores ventajas:
Si hoy no hubiese más que una sola lengua en el mundo, la vida del hombre culto se aumentaría en un tercio, porque ese tercio se derrocha actualmente en el ineludible estudio de los idiomas extranjeros (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 683).
• La lengua católica de Liptay es la opción más acertada, con algunas intervenciones (= de escasa entidad, o "pormenores") que la mejorarían:
Nada más racional que el proyecto de Liptay: nada más fácil relativamente. Claro es que el modus faciendi requeriría estudio y meditación; pero sólo de pormenores (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 686; cursiva en el original).
• Rasgos que ha de tener la lengua (casi) universal[10]:
— Léxico formado de voces de uso general [en los pueblos civilizados] de raíz latina o de otras lenguas (como electricidad, café, té…).
— "Ha de tener medios para expresar lo afirmativo, negativo, interrogativo, negativo-interrogativo, imperativo, etc." (p. 686).
— "Las cosas sin sexo no han de tener género masculino ni femenino" (pp. 686-687)[11].
— "No ha de haber más que una sola conjugación sin formas pasivas" (p. 687)[12].
— "No ha de haber más tiempos que el presente, el pasado y el futuro, sin tiempos relativos, ni compuestos, ni mucho menos subjuntivo"[13] (íd.).
— "La construcción ha de ser tal, que la relación de los respectos elocutivos nunca se halle sujeta a anfibologías ni a confusión" (íd.).
Todo ello regulado por unas normas sintácticas que se reducirían a:
[...] formar entidades elocutivas con sentido íntegro é independiente, [...] para obtener modos adecuados y bastantes á sacar de su vaga generalidad á los vocablos, ya limitando su extensión, ó ya aumentando su comprensión, por el influjo de otros vocablos á propósito ó por el de masas elocutivas sin sentido independiente (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 687).
• La lengua así obtenida adolecería de ciertas carencias morfológicas y prosódicas, lo cual sería un mal menor en comparación con la ventaja de alcanzar la "fraternidad universal":
Tal instrumento internacional carecería ciertamente de la riqueza de inflexiones que ostentan los actuales, y de la música y rotundidad de los períodos que hoy tanto nos encantan; pero todos los hombres se entenderían sobre la haz de la tierra, y así se aceleraría el reinado de la fraternidad universal (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 687).
3. Final
Estas breves ideas de Eduardo Benot sobre la posibilidad de creación de una lengua universal nos han servido de pretexto para volver a uno de los grandes lingüistas que en el siglo XIX escriben en lengua española. Su gran curiosidad intelectual le llevó a interesarse por un tema que había vuelto a ser retomado con fuerza por algunos intelectuales europeos —aunque esta vez con propósitos y métodos renovados— tras un par de siglos sin recibir grandes aportaciones[14]. Hemos podido conocer su acercamiento al problema gracias a dos breves textos de su autoría, textos que creemos concebidos muy próximos en el tiempo, aunque nos ha sido imposible determinar la línea de sucesión cronológica en que uno y otro se publican. El cotejo de ambos nos ha permitido comprobar el diferente enfoque que Benot dio a la cuestión de la lengua universal, y ello en función de los destinatarios de su discurso, a saber, los participantes en el Congreso Literario Hispano-Americano (texto M, 1892), por un lado y, por otro, los lectores de su Arquitectura de las lenguas (texto P, [s. a.] [1888-1891?]), supuestamente profesionales o aprendices de las lenguas o, simplemente, interesados en el funcionamiento de las mismas. En cualquier caso, el referente
—confeso— tomado por Benot para la construcción de una lengua universal es la lengua católica (1890) de A. Liptay, cuyo método a posteriori es ensalzado en ambos textos por su recurso constante y sistemático al "fondo común de la elocución universal" (Benot 1892, 258), frente a otros códigos cuya elaboración quedaba al arbitrio del correspondiente autor (como fue el caso del volapük, de J. M. Schleyer, 1879).
Queda, pues, de manifiesto que la prohibición estatutaria de la prestigiosa Société de Linguistique de París de tratar sobre el asunto[15], por los desvaríos a que su discusión estaba dando lugar, no había conseguido apagar en la Europa de finales del siglo XIX el debate sobre la utopía de la lengua común para la humanidad, ni siquiera en autores tan apegados a la descripción funcional de las lenguas históricas (= concretas) como fue Eduardo Benot, un convencido positivista. Una utopía que no dejará de ser ambicionada a lo largo del siglo XX, como demuestran las múltiples propuestas de nuevas lenguas auxiliares construidas en esa centuria, algunas de ellas por parte de reconocidos lingüistas; así, el Latino sine flexione de Giuseppe Peano (1903), el Ido de Louis Couturat (1907-1909), el Occidental de Edgar von Wahl (1921-1922), el Novial de Otto Jespersen (1928), el Basic English de Charles Kay Ogden (1930), etc.[16].
Y dirigiendo ahora la mirada hacia el futuro, cabe plantearse si llegaremos a ser testigos, ya en nuestro siglo XXI, del ocaso de las tentativas de construcción de una lengua global. La implantación actual del inglés —en este caso una lengua natural— como lengua auxiliar internacional parece apuntar en esa dirección, al igual que los nuevos sistemas de traducción simultánea que van desarrollándose, capaces de traducir cualquier idioma en tiempo real, con creciente fiabilidad y sin necesidad de conexión a internet[17]. Puede que con este reciente invento tecnológico nos ahorremos "el [ahora] ineludible estudio de los idiomas extranjeros", como era el deseo de Benot[18], y con ello veamos desaparecer las academias de idiomas, que tantas horas de estudio nos obligan a consumir, y con dudosos resultados. Pero este es ya asunto para tratar en otra comunicación.
Referencias bibliográficas
Fuentes primarias
Benot, Eduardo. [s. a.] [1888-1891?]. "Proyectos de lengua universal". En: Arquitectura de las lenguas, t. III. Madrid: Juan Muñoz Sánchez, ed., 683-7.
Benot, Eduardo. 1991 [1910]. Arte de hablar. Gramática filosófica de la lengua castellana. Introducción de Ramón Sarmiento. Barcelona: Anthropos.
Benot, Eduardo. 1992 [1892]. "Memoria del Sr. D. Eduardo Benot". En: [Actas del] Congreso Literario Hispano-Americano. IV Centenario del Descubrimiento de América (31 octubre-10 noviembre 1892). Sección Primera. Filología. Madrid: Ricardo Fe, 257-61. Disponible en: https://cvc.cervantes.es/lengua/congreso_literario/pdf/CVC_congreso_257.pdf [Consulta: 25/ 03/2019]. (Ed. facsímil de la obra completa: Madrid: Instituto Cervantes, Pabellón de España, Biblioteca Nacional, 1992; ed. electrónica en el Centro Virtual Cervantes).
Benot, Eduardo. 2001 [1888]. Breves apuntes sobre los casos y las oraciones. Ed. y estudio de Juan M. Lope Blanch. México: UNAM.
Liptay, Alberto. 1890. La lengua católica; ó sea, Proyecto de un idioma internacional sin construcción gramatical. Paris: A. Roger et F. Chernoviz.
Liptay, Alberto. 1891. Eine Gemeinsprache der Kulturvölker. Leipzig: Brockhaus.
Liptay, Alberto. 1892. Langue catholique. Projet d'un idiome international sans constr. grammaticale. Paris: Bouillon.
Liptay, Alberto. 1893. "Sovre la posibilidad de un idioma internacional obtenido por sufrajio universal". En: Actas del I Congreso Científico de Valparaíso. Sobre la V i la B en castellano. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, 75-103.
Liptay, Alberto. 1897. La possibilité d'un idiome international sans grammaire. Paris: Chez l'Auteur.
Société de Linguistique de Paris. 1866. Statuts de 1866. Disponible en: http://www.slp-paris.com/ spip.php?article5 [Consulta: 03/06/2019].
Fuentes secundarias
Albani, Paolo & Buonarroti, Berlinghiero. 2001. Dictionnaire des langues imaginaires. Ed. française par Egidio Festa avec la collaboration de Marie-France Adaglio. Paris: Les Belles Lettres.
Calero Vaquera, María Luisa. 2000. "La Hispanidad y la lengua universal: Un ejemplo de planificación lingüística". En: Bagola, Beatrice (ed.), La lingüística española en la época de los descubrimientos. Hamburg: Helmut Buske Verlag, 19-29.
Calero Vaquera, María Luisa. 2015. "Las lenguas inventadas de Xul Solar (1887-1963): 'Una bella locura en la zona del lenguaje'". En: Revista argentina de historiografía lingüística 7/1.2, 17-30. Disponible en: http://www.rahl.com.ar/index.php/rahl/article/view/90 [Consulta: 03/06/ 2019].
Galán, Carmen. 2016. "Un outsider de la Lingüística: Alberto Liptay y su proyecto Lengua Católica". En: Calero Vaquera, María Luisa & Haßler, Gerda (eds.), La historiografía de la lingüística y la memoria de la lingüística moderna. Münster: Nodus Publikationen, 57-83.
García Aller, Marta. 2017. El fin del mundo tal y como lo conocemos. Las grandes innovaciones que van a cambiar tu vida. Barcelona: Planeta.
Glozman, Mara, & Lauria, Daniela. 2012. Voces y ecos. Una antología de los debates sobre la lengua nacional (Argentina, 1900-2000). Buenos Aires: Editorial Cabiria / Eds. Biblioteca Nacional.
Hassler, Gerda. 2002. "Textos de referencia y conceptos en las teorías lingüísticas de los siglos XVII y XVIII". En: Esparza, Miguel Ángel et al. (eds.), SEHL 2001. Estudios de Historiografía Lingüística, vol. 1. Hamburg: Buske, 559-86.
Hurtado Valero, Pedro M. 2002. Eduardo Benot: Una aventura gramatical. Madrid: Verbum.
Lliteras, Margarita. 2009. "Benot y Rodríguez, Eduardo" (s. v.). En: Stammerjohann, Harro (ed.), 2009.
Martínez Linares, M.ª Antonia. 2001. Sobre las "partes de la oración" y la teoría gramatical de Eduardo Benot (1822-1907). Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante.
Sarmiento, Ramón. 1991. "Introducción" En: Benot, Eduardo. 1991 [1910].
Stammerjohann, Harro (ed.). 2009. Lexicon Grammaticorum. A Bio-Bibliographical Companion to the History of Linguistics. Second edition, revised and enlarged. Tübingen: Max Niemeyer Verlag, 2 vols.
Zamorano, Alfonso. 2013. "La investigación con series textuales en historiografía de la lingüística. A propósito de la obra de F. Gámez Marín (1868-1932)". En: Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana (RILI), 21/1, 173-92.
Zamorano, Alfonso. 2017. "Series textuales, edición de textos y gramaticografía. Teoría, aplicación, constantes y variables". En: Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft 27, 115-35.
[1]* Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FFI2016-76702-P concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad, titulado En los límites del lenguaje: diseños artificiales y ficciones comunicativas y dirigido por la Profesora Carmen Galán Rodríguez (Universidad de Extremadura).
[2] De tal curiosidad dan fe sus extraordinarias obras sobre gramática española (Breves apuntes sobre los casos y las oraciones preparatorias para el estudio de las lenguas, 1888; Arquitectura de las lenguas, 3 vols., 1888-1891?; Los duendes del lenguaje, 1908; Arte de hablar. Gramática filosófica de la lengua castellana, 1910); sobre métrica castellana (Examen crítico de la acentuación castellana, 1866; Versificación por pies métricos, 1892; Prosodia castellana y versificación, 3 vols., [1892]; Sistema métrico, 1897?), y otras publicaciones lexicográficas o de carácter compilatorio (Diccionario de asonantes y consonantes, 1893; Diccionario de ideas afines y elementales e tecnología, 1899?; Diccionario de frases rimadas, 1941). Benot fue, además, el introductor en España del método Ollendorf para la enseñanza de lenguas modernas; él mismo fue autor de sendas gramáticas del inglés, francés, italiano y alemán, en las que aplica dicho método. Para una visión de conjunto de sus ideas gramaticales v. Martínez Linares (2001) y Hurtado Valero (2002).
[3] La fecha aquí consignada es la propuesta por Lliteras (2009); otras fechas diferentes aparecen en Sarmiento (1991), Martínez Linares (2001) y Hurtado Valero (2002), quienes datan la primera aparición de la Arquitectura de las lenguas en 1889, c. 1890 y c. 1889, respectivamente.
[4] Como ha dejado escrito Galán (2016, 63), "Liptay considera la diversidad de lenguas funesta para el progreso" y, en consecuencia, fue firme defensor de la causa de "la sustitución final del poliglotismo, que divide á los pueblos de este planeta, por el monoglotismo que los uniría por el vínculo poderoso del lenguaje común" (Liptay 1890, 239).
[5] "No hay nadie que sepa el diccionario de su lengua. Ni aun siquiera le es bien conocida una mínima parte" (Benot 1892, 257).
[6] Liptay, en La lengua católica (1890: 37), había utilizado una frase idéntica para criticar el proyecto de Schleyer.
[7] Compárese esta propuesta con la de Liptay, quien también se refería a varios idiomas cultos entre los que se encontraría repartida la lengua católica: "[…] ella no es una ficción, sino un hecho; se halla repartida entre los idiomas cultos. No es más que un castellano, un portugués, un italiano, un francés, un rumano y aun un inglés o alemán simplificado, o mejor dicho, un término medio de todos ellos y por consiguiente fácilmente comprensible por todos aquellos cientos de millones que poseen cualquiera de estas lenguas" (Liptay 1890, 241).
[8] V. por ejemplo el caso concreto de Argentina, con los encendidos debates de sus intelectuales sobre la lengua nacional, en Glozman y Lauria (2012).
[9] "El nombre de "entidades elocutivas" es aplicable a cualquier expresión lingüística, a lo que hoy solemos llamar sintagma y a lo que llamamos enunciado o, precisamente, elocución", según la interpretación de Lope Blanch (2001, XIX).
[10] Se observará que la mayoría de esos rasgos tienden a la simplificación y la racionalización de los elementos lingüísticos, tal como habían procedido otros autores (como José López Tomás y Xul Solar) que, ya en el siglo XX, trataron de convertir la lengua española en lengua internacional. V. Calero 2000 y 2015.
[11] Como afirmaba Liptay. Véase el estudio del "género católico" por parte de Galán (2016, 71-4).
[12] En la lengua católica de Liptay los verbos también presentan una sola conjugación, si bien mantienen la pasiva (v. Galán 2016, 76-9).
[13] A diferencia de Liptay, quien mantiene más de tres tiempos verbales, algunos de ellos relativos (presente, pretérito perfecto, futuro, pretérito imperfecto, pretérito pluscuamperfecto y futuro perfecto). Liptay conservó también tanto las formas compuestas (en construcción aglutinada o analítica) como las formas del subjuntivo (que, por coincidir formalmente con las del indicativo, van acompañadas de un qe antepuesto) (v. Galán 2016, 76-9).
[14] La mayoría del siglo XVII, como las obras de Juan Caramuel, Ortographia arcthica o Grammatica Catholica, h. 1656; George Dalgarno, Ars signorum; vulgo character universalis et lingua philosophica, 1661; Comenius, De rerum humanarum emendatione consultatio catholica, 1665; John Wilkins, An essay towards a real character and a philosophical language, 1668; o G. Wilhelm Leibniz, Lingua generalis, 1678.
[15] "La Société n’admet aucune communication concernant, soit l’origine du langage, soit la création d’une langue universelle" (Société de Linguistique de Paris 1866, art. 2).
[16] Puede consultarse una larga lista de lenguas "imaginarias", con sus respectivas descripciones y comentarios, en Albani y Buonarroti (2001).
[17] Se trata de auriculares inteligentes que combinan el reconocimiento de voz, la traducción automática y la síntesis de voz, como el dispositivo Pilot, innovación tecnológica que fue presentada en el Mobile World Congress de Barcelona de 2017.
[18] Y como vaticina Andrew Ochoa, creador del dispositivo Pilot: "Dentro de cuarenta años la idea de aprender un idioma para algo práctico quedará obsoleta" (cit. por García Aller 2017, 279).
a) Las ideas que aparecen tanto en un texto como en otro (ideas comunes, presentes en P y en M) son las siguientes:
• Actualmente [se refiere Benot a los años finales del siglo XIX] existe ya la lengua universal "por causas naturales", en las tres formas de inglés, español y francés:
Vista la sencillez del sistema á que, independientemente de todas sus variedades, obedece el arte de hablar en los diferentes pueblos del mundo, natural es concebir la posibilidad y acariciar la esperanza de una sencilla lengua universal, formada por artificiosos convenios; pues, á decir verdad, hoy existe ya, por causas naturales, esa lengua en las tres formas de inglés, español, y francés (Benot [s. a.] [1888-1891?]: III, 683; cursiva en el original).
[V. "Memoria" 1892, 259]
• La adquisición del léxico y de la gramática de una lengua extranjera son los dos mayores inconvenientes a los que se enfrentan los aprendices de la misma:
Dos clases muy distintas de dificultades se oponen á la adquisición de una lengua extraña.
1.º El aprendizaje del vocabulario extranjero.
2.º El conocimiento de su gramática (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 684).
[V. "Memoria" 1892: 257-258]
• "Para lo primero hay muy pocas memorias eficaces. Para lo segundo, pocas inteligencias" (p. 684). Por otra parte, si difícil es aprender el "idioma patrio", mucho más aprender "voces no emparentadas próximamente con las propias" pues la memoria humana es "incapaz de adquirir y retener lo caprichosamente arbitrario" (p. 685), como es el caso de la lengua construida por Schleyer, el volapük:
El aprendizaje del diccionario patrio es impracticable […]. La dificultad crece de punto, si integran el nuevo Léxico voces no emparentadas próximamente con las propias. Flaum, en alemán, no se parece á pluma, ni Gaul á caballo […]. Pero, cuando la dificultad de aprender un glosario se convierte en un perfecto imposible, es cuando hombres de buena voluntad y de gran entendimiento […] tratan de inventar á capricho Léxicos apropiados para la Lengua Universal. Si tan difícil es […] la posesión de un gran vocabulario de palabras no parecidas á las vernaculares […], si tanto se resiste lo emparentado por grados muy lejanos de afinidad ¿cómo ha podido caber en cabeza humana que hubiese memoria capaz de adquirir y de retener lo caprichosamente arbitrario, sin antecedente ni ligamen ninguno con la lengua patria?
Por eso el Volapük de Schleyer es inaprendible: porque su vocabulario es inventado: porque todos los términos de ese ingenioso intento de lenguaje son producto inarm[ón]ico de los antojos del capricho, sin referencia ninguna al fondo común de la elocución universal (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 684; versalita y cursiva en el original).
[V. "Memoria" 1892, 257-258]
• La lengua universal nunca llegará a ser factible si se continúa en la línea de fundarla sobre vocabularios inventados, construidos ex nihilo. El camino correcto es justamente el contrario: "aprovechar lo existente", como procede Liptay en su lengua católica, es decir, partir de voces "de uso general" (generalmente de procedencia latina) para establecer el vocabulario y, posteriormente, seguir un proceso de homologación y simplificación prosódica, ortográfica, flexiva, etc. para facilitar su aprendizaje al mayor número de personas:
Mientras se trate de inventar Léxicos será imposible una lengua común á todas las naciones de la tierra. Pero no pasará lo mismo si se toma otra dirección, como en el flamante proyecto de una lengua católica ó universal formulado por Alberto Liptay; quien […] demuestra que hay muchos millares de voces de uso general en los pueblos más civilizados, los cuales pueden y deben servir de base para un glosario común á los quinientos millones que forman la parte más importante de la Humanidad. Liptay no aspira á la invención, sino al aprovechamiento de lo existente. […] Para utilizar este acervo común, sólo sería necesario uniformar la pronunciación, uniformar la ortografía, simplificar el sistema de flexiones españolas, italianas, etcétera, y uniformar la construcción (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 685-6; versalita y cursiva en el original).
[V. "Memoria" 1892, 258-9]
b) Ideas ausentes en P / presentes en M:
• Las diferencias entre el "mundo antiguo" y la "edad moderna" en cuanto a los modos de comunicación y "el tiempo necesario para las exploraciones"}. {El "aislamiento" que padecía el continente americano respecto de los pueblos del otro continente antes de la "travesía de Colón"}. {La "tiranía" que aún padecemos debido a la diversidad lingüística del planeta}.
[V. "Memoria" 1892, 257]
• {"La tarea inacabable de la civilización", "la [grandiosa] misión que por su lengua está encomendada á los pueblos que hablan castellano"}. {Requisitos para llevar a cabo esta tarea: evitar que el castellano "se disuelva en dialectos"; mantener la unidad de la lengua como "vehículo de la sociabilidad humana", no obstante la variación léxica y los cambios que se produce legítimamente en su seno}.
[V. "Memoria" 1892, 259-61]
• {Los escritores hispanoamericanos (los "escritores de ambos mundos") son, junto a las Academias española y americanas, los "custodios del habla castellana" y tienen, por tanto, el "deber social de impedir la corrupción" de esta lengua que une a los hispanohablantes}.
[V. "Memoria" 1892, 261]
c) Ideas presentes en P / ausentes en M:
• La construcción de una lengua (casi) universal, que utilizara las "voces de uso general de los pueblos más civilizados", es perfectamente factible:
¿Qué dificultad seria puede haber para adoptar como materiales de una lengua todas las palabras de uso universal, y sujetarlas á una gramática sencillísima, aprendible en cortas horas por su falta de excepciones y complicación? (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 687).
• El ahorro del tiempo invertido en aprender otras lenguas distintas a la materna sería una de sus mayores ventajas:
Si hoy no hubiese más que una sola lengua en el mundo, la vida del hombre culto se aumentaría en un tercio, porque ese tercio se derrocha actualmente en el ineludible estudio de los idiomas extranjeros (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 683).
• La lengua católica de Liptay es la opción más acertada, con algunas intervenciones (= de escasa entidad, o "pormenores") que la mejorarían:
Nada más racional que el proyecto de Liptay: nada más fácil relativamente. Claro es que el modus faciendi requeriría estudio y meditación; pero sólo de pormenores (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 686; cursiva en el original).
• Rasgos que ha de tener la lengua (casi) universal[10]:
— Léxico formado de voces de uso general [en los pueblos civilizados] de raíz latina o de otras lenguas (como electricidad, café, té…).
— "Ha de tener medios para expresar lo afirmativo, negativo, interrogativo, negativo-interrogativo, imperativo, etc." (p. 686).
— "Las cosas sin sexo no han de tener género masculino ni femenino" (pp. 686-687)[11].
— "No ha de haber más que una sola conjugación sin formas pasivas" (p. 687)[12].
— "No ha de haber más tiempos que el presente, el pasado y el futuro, sin tiempos relativos, ni compuestos, ni mucho menos subjuntivo"[13] (íd.).
— "La construcción ha de ser tal, que la relación de los respectos elocutivos nunca se halle sujeta a anfibologías ni a confusión" (íd.).
Todo ello regulado por unas normas sintácticas que se reducirían a:
[...] formar entidades elocutivas con sentido íntegro é independiente, [...] para obtener modos adecuados y bastantes á sacar de su vaga generalidad á los vocablos, ya limitando su extensión, ó ya aumentando su comprensión, por el influjo de otros vocablos á propósito ó por el de masas elocutivas sin sentido independiente (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 687).
• La lengua así obtenida adolecería de ciertas carencias morfológicas y prosódicas, lo cual sería un mal menor en comparación con la ventaja de alcanzar la "fraternidad universal":
Tal instrumento internacional carecería ciertamente de la riqueza de inflexiones que ostentan los actuales, y de la música y rotundidad de los períodos que hoy tanto nos encantan; pero todos los hombres se entenderían sobre la haz de la tierra, y así se aceleraría el reinado de la fraternidad universal (Benot [s. a.] [1888-1891?], III, 687).
3. Final
Estas breves ideas de Eduardo Benot sobre la posibilidad de creación de una lengua universal nos han servido de pretexto para volver a uno de los grandes lingüistas que en el siglo XIX escriben en lengua española. Su gran curiosidad intelectual le llevó a interesarse por un tema que había vuelto a ser retomado con fuerza por algunos intelectuales europeos —aunque esta vez con propósitos y métodos renovados— tras un par de siglos sin recibir grandes aportaciones[14]. Hemos podido conocer su acercamiento al problema gracias a dos breves textos de su autoría, textos que creemos concebidos muy próximos en el tiempo, aunque nos ha sido imposible determinar la línea de sucesión cronológica en que uno y otro se publican. El cotejo de ambos nos ha permitido comprobar el diferente enfoque que Benot dio a la cuestión de la lengua universal, y ello en función de los destinatarios de su discurso, a saber, los participantes en el Congreso Literario Hispano-Americano (texto M, 1892), por un lado y, por otro, los lectores de su Arquitectura de las lenguas (texto P, [s. a.] [1888-1891?]), supuestamente profesionales o aprendices de las lenguas o, simplemente, interesados en el funcionamiento de las mismas. En cualquier caso, el referente
—confeso— tomado por Benot para la construcción de una lengua universal es la lengua católica (1890) de A. Liptay, cuyo método a posteriori es ensalzado en ambos textos por su recurso constante y sistemático al "fondo común de la elocución universal" (Benot 1892, 258), frente a otros códigos cuya elaboración quedaba al arbitrio del correspondiente autor (como fue el caso del volapük, de J. M. Schleyer, 1879).
Queda, pues, de manifiesto que la prohibición estatutaria de la prestigiosa Société de Linguistique de París de tratar sobre el asunto[15], por los desvaríos a que su discusión estaba dando lugar, no había conseguido apagar en la Europa de finales del siglo XIX el debate sobre la utopía de la lengua común para la humanidad, ni siquiera en autores tan apegados a la descripción funcional de las lenguas históricas (= concretas) como fue Eduardo Benot, un convencido positivista. Una utopía que no dejará de ser ambicionada a lo largo del siglo XX, como demuestran las múltiples propuestas de nuevas lenguas auxiliares construidas en esa centuria, algunas de ellas por parte de reconocidos lingüistas; así, el Latino sine flexione de Giuseppe Peano (1903), el Ido de Louis Couturat (1907-1909), el Occidental de Edgar von Wahl (1921-1922), el Novial de Otto Jespersen (1928), el Basic English de Charles Kay Ogden (1930), etc.[16].
Y dirigiendo ahora la mirada hacia el futuro, cabe plantearse si llegaremos a ser testigos, ya en nuestro siglo XXI, del ocaso de las tentativas de construcción de una lengua global. La implantación actual del inglés —en este caso una lengua natural— como lengua auxiliar internacional parece apuntar en esa dirección, al igual que los nuevos sistemas de traducción simultánea que van desarrollándose, capaces de traducir cualquier idioma en tiempo real, con creciente fiabilidad y sin necesidad de conexión a internet[17]. Puede que con este reciente invento tecnológico nos ahorremos "el [ahora] ineludible estudio de los idiomas extranjeros", como era el deseo de Benot[18], y con ello veamos desaparecer las academias de idiomas, que tantas horas de estudio nos obligan a consumir, y con dudosos resultados. Pero este es ya asunto para tratar en otra comunicación.
Referencias bibliográficas
Fuentes primarias
Benot, Eduardo. [s. a.] [1888-1891?]. "Proyectos de lengua universal". En: Arquitectura de las lenguas, t. III. Madrid: Juan Muñoz Sánchez, ed., 683-7.
Benot, Eduardo. 1991 [1910]. Arte de hablar. Gramática filosófica de la lengua castellana. Introducción de Ramón Sarmiento. Barcelona: Anthropos.
Benot, Eduardo. 1992 [1892]. "Memoria del Sr. D. Eduardo Benot". En: [Actas del] Congreso Literario Hispano-Americano. IV Centenario del Descubrimiento de América (31 octubre-10 noviembre 1892). Sección Primera. Filología. Madrid: Ricardo Fe, 257-61. Disponible en: https://cvc.cervantes.es/lengua/congreso_literario/pdf/CVC_congreso_257.pdf [Consulta: 25/ 03/2019]. (Ed. facsímil de la obra completa: Madrid: Instituto Cervantes, Pabellón de España, Biblioteca Nacional, 1992; ed. electrónica en el Centro Virtual Cervantes).
Benot, Eduardo. 2001 [1888]. Breves apuntes sobre los casos y las oraciones. Ed. y estudio de Juan M. Lope Blanch. México: UNAM.
Liptay, Alberto. 1890. La lengua católica; ó sea, Proyecto de un idioma internacional sin construcción gramatical. Paris: A. Roger et F. Chernoviz.
Liptay, Alberto. 1891. Eine Gemeinsprache der Kulturvölker. Leipzig: Brockhaus.
Liptay, Alberto. 1892. Langue catholique. Projet d'un idiome international sans constr. grammaticale. Paris: Bouillon.
Liptay, Alberto. 1893. "Sovre la posibilidad de un idioma internacional obtenido por sufrajio universal". En: Actas del I Congreso Científico de Valparaíso. Sobre la V i la B en castellano. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, 75-103.
Liptay, Alberto. 1897. La possibilité d'un idiome international sans grammaire. Paris: Chez l'Auteur.
Société de Linguistique de Paris. 1866. Statuts de 1866. Disponible en: http://www.slp-paris.com/ spip.php?article5 [Consulta: 03/06/2019].
Fuentes secundarias
Albani, Paolo & Buonarroti, Berlinghiero. 2001. Dictionnaire des langues imaginaires. Ed. française par Egidio Festa avec la collaboration de Marie-France Adaglio. Paris: Les Belles Lettres.
Calero Vaquera, María Luisa. 2000. "La Hispanidad y la lengua universal: Un ejemplo de planificación lingüística". En: Bagola, Beatrice (ed.), La lingüística española en la época de los descubrimientos. Hamburg: Helmut Buske Verlag, 19-29.
Calero Vaquera, María Luisa. 2015. "Las lenguas inventadas de Xul Solar (1887-1963): 'Una bella locura en la zona del lenguaje'". En: Revista argentina de historiografía lingüística 7/1.2, 17-30. Disponible en: http://www.rahl.com.ar/index.php/rahl/article/view/90 [Consulta: 03/06/ 2019].
Galán, Carmen. 2016. "Un outsider de la Lingüística: Alberto Liptay y su proyecto Lengua Católica". En: Calero Vaquera, María Luisa & Haßler, Gerda (eds.), La historiografía de la lingüística y la memoria de la lingüística moderna. Münster: Nodus Publikationen, 57-83.
García Aller, Marta. 2017. El fin del mundo tal y como lo conocemos. Las grandes innovaciones que van a cambiar tu vida. Barcelona: Planeta.
Glozman, Mara, & Lauria, Daniela. 2012. Voces y ecos. Una antología de los debates sobre la lengua nacional (Argentina, 1900-2000). Buenos Aires: Editorial Cabiria / Eds. Biblioteca Nacional.
Hassler, Gerda. 2002. "Textos de referencia y conceptos en las teorías lingüísticas de los siglos XVII y XVIII". En: Esparza, Miguel Ángel et al. (eds.), SEHL 2001. Estudios de Historiografía Lingüística, vol. 1. Hamburg: Buske, 559-86.
Hurtado Valero, Pedro M. 2002. Eduardo Benot: Una aventura gramatical. Madrid: Verbum.
Lliteras, Margarita. 2009. "Benot y Rodríguez, Eduardo" (s. v.). En: Stammerjohann, Harro (ed.), 2009.
Martínez Linares, M.ª Antonia. 2001. Sobre las "partes de la oración" y la teoría gramatical de Eduardo Benot (1822-1907). Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante.
Sarmiento, Ramón. 1991. "Introducción" En: Benot, Eduardo. 1991 [1910].
Stammerjohann, Harro (ed.). 2009. Lexicon Grammaticorum. A Bio-Bibliographical Companion to the History of Linguistics. Second edition, revised and enlarged. Tübingen: Max Niemeyer Verlag, 2 vols.
Zamorano, Alfonso. 2013. "La investigación con series textuales en historiografía de la lingüística. A propósito de la obra de F. Gámez Marín (1868-1932)". En: Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana (RILI), 21/1, 173-92.
Zamorano, Alfonso. 2017. "Series textuales, edición de textos y gramaticografía. Teoría, aplicación, constantes y variables". En: Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft 27, 115-35.
[1]* Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FFI2016-76702-P concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad, titulado En los límites del lenguaje: diseños artificiales y ficciones comunicativas y dirigido por la Profesora Carmen Galán Rodríguez (Universidad de Extremadura).
[2] De tal curiosidad dan fe sus extraordinarias obras sobre gramática española (Breves apuntes sobre los casos y las oraciones preparatorias para el estudio de las lenguas, 1888; Arquitectura de las lenguas, 3 vols., 1888-1891?; Los duendes del lenguaje, 1908; Arte de hablar. Gramática filosófica de la lengua castellana, 1910); sobre métrica castellana (Examen crítico de la acentuación castellana, 1866; Versificación por pies métricos, 1892; Prosodia castellana y versificación, 3 vols., [1892]; Sistema métrico, 1897?), y otras publicaciones lexicográficas o de carácter compilatorio (Diccionario de asonantes y consonantes, 1893; Diccionario de ideas afines y elementales e tecnología, 1899?; Diccionario de frases rimadas, 1941). Benot fue, además, el introductor en España del método Ollendorf para la enseñanza de lenguas modernas; él mismo fue autor de sendas gramáticas del inglés, francés, italiano y alemán, en las que aplica dicho método. Para una visión de conjunto de sus ideas gramaticales v. Martínez Linares (2001) y Hurtado Valero (2002).
[3] La fecha aquí consignada es la propuesta por Lliteras (2009); otras fechas diferentes aparecen en Sarmiento (1991), Martínez Linares (2001) y Hurtado Valero (2002), quienes datan la primera aparición de la Arquitectura de las lenguas en 1889, c. 1890 y c. 1889, respectivamente.
[4] Como ha dejado escrito Galán (2016, 63), "Liptay considera la diversidad de lenguas funesta para el progreso" y, en consecuencia, fue firme defensor de la causa de "la sustitución final del poliglotismo, que divide á los pueblos de este planeta, por el monoglotismo que los uniría por el vínculo poderoso del lenguaje común" (Liptay 1890, 239).
[5] "No hay nadie que sepa el diccionario de su lengua. Ni aun siquiera le es bien conocida una mínima parte" (Benot 1892, 257).
[6] Liptay, en La lengua católica (1890: 37), había utilizado una frase idéntica para criticar el proyecto de Schleyer.
[7] Compárese esta propuesta con la de Liptay, quien también se refería a varios idiomas cultos entre los que se encontraría repartida la lengua católica: "[…] ella no es una ficción, sino un hecho; se halla repartida entre los idiomas cultos. No es más que un castellano, un portugués, un italiano, un francés, un rumano y aun un inglés o alemán simplificado, o mejor dicho, un término medio de todos ellos y por consiguiente fácilmente comprensible por todos aquellos cientos de millones que poseen cualquiera de estas lenguas" (Liptay 1890, 241).
[8] V. por ejemplo el caso concreto de Argentina, con los encendidos debates de sus intelectuales sobre la lengua nacional, en Glozman y Lauria (2012).
[9] "El nombre de "entidades elocutivas" es aplicable a cualquier expresión lingüística, a lo que hoy solemos llamar sintagma y a lo que llamamos enunciado o, precisamente, elocución", según la interpretación de Lope Blanch (2001, XIX).
[10] Se observará que la mayoría de esos rasgos tienden a la simplificación y la racionalización de los elementos lingüísticos, tal como habían procedido otros autores (como José López Tomás y Xul Solar) que, ya en el siglo XX, trataron de convertir la lengua española en lengua internacional. V. Calero 2000 y 2015.
[11] Como afirmaba Liptay. Véase el estudio del "género católico" por parte de Galán (2016, 71-4).
[12] En la lengua católica de Liptay los verbos también presentan una sola conjugación, si bien mantienen la pasiva (v. Galán 2016, 76-9).
[13] A diferencia de Liptay, quien mantiene más de tres tiempos verbales, algunos de ellos relativos (presente, pretérito perfecto, futuro, pretérito imperfecto, pretérito pluscuamperfecto y futuro perfecto). Liptay conservó también tanto las formas compuestas (en construcción aglutinada o analítica) como las formas del subjuntivo (que, por coincidir formalmente con las del indicativo, van acompañadas de un qe antepuesto) (v. Galán 2016, 76-9).
[14] La mayoría del siglo XVII, como las obras de Juan Caramuel, Ortographia arcthica o Grammatica Catholica, h. 1656; George Dalgarno, Ars signorum; vulgo character universalis et lingua philosophica, 1661; Comenius, De rerum humanarum emendatione consultatio catholica, 1665; John Wilkins, An essay towards a real character and a philosophical language, 1668; o G. Wilhelm Leibniz, Lingua generalis, 1678.
[15] "La Société n’admet aucune communication concernant, soit l’origine du langage, soit la création d’une langue universelle" (Société de Linguistique de Paris 1866, art. 2).
[16] Puede consultarse una larga lista de lenguas "imaginarias", con sus respectivas descripciones y comentarios, en Albani y Buonarroti (2001).
[17] Se trata de auriculares inteligentes que combinan el reconocimiento de voz, la traducción automática y la síntesis de voz, como el dispositivo Pilot, innovación tecnológica que fue presentada en el Mobile World Congress de Barcelona de 2017.
[18] Y como vaticina Andrew Ochoa, creador del dispositivo Pilot: "Dentro de cuarenta años la idea de aprender un idioma para algo práctico quedará obsoleta" (cit. por García Aller 2017, 279).