Gerda Haßler
La semiótica al inicio del siglo XX: condiciones de un cambio en la metodología lingüística
La obra de Saussure inició un cambio paradigmático en una situación en la cual la metodología de la lingüística histórico-comparada había alcanzado sus límites en la explicación del funcionamiento del lenguaje. El centenario de la publicación del Curso de lingüística general (1916) de Saussure nos ha invitado a reexaminar la importancia de esta obra para instaurar una lingüística integrada en la semiología. El método comparativo había buscado establecer correspondencias entre las lenguas, comparándolas; los neogramáticos habían desarrollado una nueva forma de estudio lingüístico según la cual el cambio de las lenguas no solo se debe a la voluntad consciente de las personas, sino también a una necesidad interna. de la lengua, considerada en desarrollos puntuales.
Al inicio del siglo XX faltaba una teoría lingüística que permitiera explicar el lenguaje como un conjunto de signos, relacionados los unos con los otros y que estuvieran constituidos por un significado y un significante. Estas ideas ya eran habituales desde las gramáticas generales del siglo XVIII, pero se habían dejado de lado en la lingüística histórico-comparada. Saussure estaba familiarizado con esta serie de textos y los utilizaba implícitamente. Además, en la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX se publicaron varios libros que sugerían un cambio en la metodología lingüística para llegar a una ciencia semiótica. Desde el punto de vista de una respuesta a un vacío en la teoría de la lingüística, estos libros también pueden ser considerados como una serie de textos.
En esta contribución, me propongo, primero, introducir el concepto de ‘series de textos’, antes de analizar la serie “olvidada” y la nueva serie de obras por medio de las cuales se introdujeron conceptos semióticos en la época dominante de la lingüística histórica. En el análisis de estas dos series se pondrá el foco en el concepto de la arbitrariedad del signo.
1. Textos de referencia y series de textos
La investigación de series textuales es un complemento importante que debe ser añadido al análisis de los grandes textos, los cuales siempre han sido el objeto preferido de la historiografía de la lingüística. La siguiente definición de ‘una serie de textos’ nos sirve como instrumento de trabajo, sin pretender abarcar todas las características posibles: Una serie de textos es un conjunto de textos individuales, impresos o manuscritos, que tratan del mismo tema en la misma rama epistemológica o sin metodología declarada, pero con el mismo objetivo y en condiciones comparables (cf. Haßler 2002, Zamorano Aguilar 2017). A estas últimas se pueden añadir relaciones sociales inmediatas o relaciones por correspondencia entre los autores de los escritos en cuestión, exigencias académicas y normas de producción de textos. Existen series de textos metodológicas, que siguen un paradigma común y utilizan en muchos casos una terminología común; y series de textos pragmáticas, que se preocupan de un problema común, suficientemente diferenciado dentro de un campo de investigaciones más amplio, sin seguir una metodología común y sin seguir un proceso de elección de sus autores.
El análisis de una serie de textos permite reconocer el carácter dinámico de la historia de la lingüística que traspasa el horizonte de la obra de un solo investigador. Muchas veces en los textos de los autores menores que la historia monumental no ha puesto al mismo nivel que los autores canónicos se reconocen las causas y las direcciones posibles de los procesos que, sin este trabajo serial, se pueden observar solamente en sus resultados.
En los análisis de series de textos es importante distinguir las condiciones socioculturales de la constitución misma de las series. Estas condiciones reflejan, entre otros, la manera de citar y de integrarse en una tradición. Al mismo tiempo, las series textuales pueden refuncionalizar un texto destacado de la historia, dándole la posibilidad de sobrevivir en un contexto científico completamente cambiado. Un texto que está relativamente poco fijado en el plano teórico puede presentarse como una renovación particularmente intensa de la teoría. La reelaboración de las reglas y de los conceptos se lleva a cabo por acumulaciones sucesivas y puede llegar progresivamente a la elaboración de nuevos conceptos.
El esquema 1 puede dar una idea general de las relaciones entre un texto destacado, un texto de referencia, y cierta serie de textos:
La semiótica al inicio del siglo XX: condiciones de un cambio en la metodología lingüística
La obra de Saussure inició un cambio paradigmático en una situación en la cual la metodología de la lingüística histórico-comparada había alcanzado sus límites en la explicación del funcionamiento del lenguaje. El centenario de la publicación del Curso de lingüística general (1916) de Saussure nos ha invitado a reexaminar la importancia de esta obra para instaurar una lingüística integrada en la semiología. El método comparativo había buscado establecer correspondencias entre las lenguas, comparándolas; los neogramáticos habían desarrollado una nueva forma de estudio lingüístico según la cual el cambio de las lenguas no solo se debe a la voluntad consciente de las personas, sino también a una necesidad interna. de la lengua, considerada en desarrollos puntuales.
Al inicio del siglo XX faltaba una teoría lingüística que permitiera explicar el lenguaje como un conjunto de signos, relacionados los unos con los otros y que estuvieran constituidos por un significado y un significante. Estas ideas ya eran habituales desde las gramáticas generales del siglo XVIII, pero se habían dejado de lado en la lingüística histórico-comparada. Saussure estaba familiarizado con esta serie de textos y los utilizaba implícitamente. Además, en la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX se publicaron varios libros que sugerían un cambio en la metodología lingüística para llegar a una ciencia semiótica. Desde el punto de vista de una respuesta a un vacío en la teoría de la lingüística, estos libros también pueden ser considerados como una serie de textos.
En esta contribución, me propongo, primero, introducir el concepto de ‘series de textos’, antes de analizar la serie “olvidada” y la nueva serie de obras por medio de las cuales se introdujeron conceptos semióticos en la época dominante de la lingüística histórica. En el análisis de estas dos series se pondrá el foco en el concepto de la arbitrariedad del signo.
1. Textos de referencia y series de textos
La investigación de series textuales es un complemento importante que debe ser añadido al análisis de los grandes textos, los cuales siempre han sido el objeto preferido de la historiografía de la lingüística. La siguiente definición de ‘una serie de textos’ nos sirve como instrumento de trabajo, sin pretender abarcar todas las características posibles: Una serie de textos es un conjunto de textos individuales, impresos o manuscritos, que tratan del mismo tema en la misma rama epistemológica o sin metodología declarada, pero con el mismo objetivo y en condiciones comparables (cf. Haßler 2002, Zamorano Aguilar 2017). A estas últimas se pueden añadir relaciones sociales inmediatas o relaciones por correspondencia entre los autores de los escritos en cuestión, exigencias académicas y normas de producción de textos. Existen series de textos metodológicas, que siguen un paradigma común y utilizan en muchos casos una terminología común; y series de textos pragmáticas, que se preocupan de un problema común, suficientemente diferenciado dentro de un campo de investigaciones más amplio, sin seguir una metodología común y sin seguir un proceso de elección de sus autores.
El análisis de una serie de textos permite reconocer el carácter dinámico de la historia de la lingüística que traspasa el horizonte de la obra de un solo investigador. Muchas veces en los textos de los autores menores que la historia monumental no ha puesto al mismo nivel que los autores canónicos se reconocen las causas y las direcciones posibles de los procesos que, sin este trabajo serial, se pueden observar solamente en sus resultados.
En los análisis de series de textos es importante distinguir las condiciones socioculturales de la constitución misma de las series. Estas condiciones reflejan, entre otros, la manera de citar y de integrarse en una tradición. Al mismo tiempo, las series textuales pueden refuncionalizar un texto destacado de la historia, dándole la posibilidad de sobrevivir en un contexto científico completamente cambiado. Un texto que está relativamente poco fijado en el plano teórico puede presentarse como una renovación particularmente intensa de la teoría. La reelaboración de las reglas y de los conceptos se lleva a cabo por acumulaciones sucesivas y puede llegar progresivamente a la elaboración de nuevos conceptos.
El esquema 1 puede dar una idea general de las relaciones entre un texto destacado, un texto de referencia, y cierta serie de textos:
Se podría constatar que un texto se sitúa en el cruce entre un tipo de discurso y una serie de textos, y que el investigador tiene que estudiar los dos para darse cuenta de la individualidad del texto. Llamamos texto de referencia a un texto que por razones diversas ha llegado a ser el representante típico de una serie y se considera muchas veces como el punto de partida de un discurso. Zamorano Aguilar considera “que el análisis de una serie […], teniendo en cuenta solo el texto de referencia o texto base (hipertexto o intertexto), reconoce únicamente la evolución y organización de la serie a partir de un elemento prototípico […]” (2017, 120). Los estudios en la historiografía de la lingüística han revelado que para la adecuada interpretación de una idea lingüística también deben ser tenidos en cuenta textos de series preparatorias, paralelas y posteriores.
Indudablemente el Curso de lingüística general es un texto de referencia que cumple con muchos de los criterios anteriormente mencionados. La simplificación de las ideas de Saussure y la exageración de su concepto sistémico del lenguaje llevadas a cabo por los editores Bally y Sechehaye han contribuido a la exitosa acogida de la obra y a su clasificación de texto de referencia. En lo que sigue se analizará la preparación conceptual y terminológica en una serie preparatoria.
2. Los conceptos no aparecen de la nada: una serie preparatoria del Curso de lingüística general
Los conceptos semióticos no aparecieron de la nada en el pensamiento de Saussure. A través de los siglos se oponen en la historia de la lingüística dos posiciones paradigmáticas: una de estas posiciones parte del principio de que la lengua expresa pensamientos independientes de ella, y considera los signos lingüísticos como una nomenclatura que contiene rótulos para todas las nociones. En la otra posición paradigmática, la lengua tiene un papel activo en la formación de conceptos que se consideran formados en el momento de su denominación. Esta última posición es la de Saussure, que es considerado por muchos lingüistas como el fundador del concepto de la arbitrariedad de los signos.
No cabe duda que debido a su posición en el Curso de lingüística general y también en los escritos auténticos de Saussure, el término arbitrariedad tiene una especial importancia con consecuencias para la teoría lingüística entera. No obstante, hay que tomar en serio la frase omitida en la traducción española del Curso. Alonso traduce: “El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüistico es arbitrario” y con eso finaliza el párrafo. Pero en el Curso encontramos una frase más que dice: ‘No se niega el principio de la arbitrariedad del signo por ninguna persona; pero muchas veces es más fácil descubrir una verdad que asignarle el lugar que le corresponde’.
Le lien unissant le signifiant au signifié est arbitraire, ou encore, puisque nous entendons par signe le total résultant de l’association d’un signifiant à un signifié, nous pouvons dire plus simplement : le signe linguistique est arbitraire. Le principe de l’arbitraire du signe n’est contesté par personne ; mais il est souvent plus aisé de découvrir une vérité que de lui assigner la place qui lui revient (Saussure/Wunderli [1916] 2013, 170)
El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüistico es arbitrario. (Saussure/Alonso 1945, 93)
De acuerdo con su posición en la red nocional, parece justificado atribuirle al Curso de lingüística general de Saussure un papel paradigmático, pero la reconstrucción historiográfica no es menos importante. Es difícil contestar a la pregunta si Saussure era consciente de la larga historia del concepto de ‘arbitrariedad’, trazada por Coseriu (1967) desde Aristóteles a través de los cambios medievales, las ampliaciones cognitivas en las teorías del siglo XVIII, llegando hasta la teoría de Saussure. Encontramos una respuesta en la biografía de Saussure escrita por John Joseph que ve la influencia de Saussure en el mentalizar ciertas perspectivas tradicionales olvidadas por sus contemporáneos:
Much of the impact of Ferdinand de Saussure’s lectures on general linguistics lays in his bringing to the attention of linguists certain traditional perspectives that had been pushed so far from the centre of the field that it was forgotten they had ever been part of it. Some of them are regularly credited to Saussure as his own invention, though he never claimed as such. (Joseph 2012, 70).
Una reconstrucción completa de la historia del concepto de la arbitrariedad del signo tendría que tener en cuenta las posiciones racionalistas y sensualistas del siglo XVII. En la Gramática (1660) y, sobre todo, en la Lógica (1662) de Port-Royal se tomaron y se desarrollaron concepciones semánticas que influenciaron perdurablemente las teorías lingüísticas. Eso se refiere, sobre todo, a la noción del signo arbitrario y a la distinción entre intensión y extensión. Para los autores de Port-Royal, el pensamiento no depende de la lengua, pero la comunicación con la ayuda del lenguaje ha conducido a los seres humanos a utilizar signos también en su pensamiento. La arbitrariedad del signo está limitada a la relación entre el significado y el significante y no concierne la composición de los significados. Pero es notable que esta relación entre sonidos y significaciones se considere como una relación entre ideas. Esto se expresa claramente en una edición de la Lógica de 1683 con algunas adiciones de los mismos Antoine Arnauld y Pierre Nicole. Una de estas adiciones es un capítulo bajo el título “De las ideas de las cosas y de las ideas de los signos” (Des idées des choses et des idées des signes, Première Partie, Chapitre IV). No solamente se expresa el carácter bilateral del signo lingüístico, sino que se afirma la natura psicológica de ambos lados:
Ainsi le signe enferme deux idées, l’une de la chose qui représente, l’autre de la chose représentée ; & sa nature consiste à exciter la seconde par la première. (Arnauld / Nicole 1993 : 53)
En la discusión de los contenidos de los signos lingüísticos, Arnauld y Nicole acentúan la relación entre la intensión (compréhension) y la extensión (étendue). Entienden por intensión la totalidad de los rasgos que constituyen una idea y de los cuales ninguno puede quedar suprimido sin destruir la idea. La extensión se entiende como la totalidad de los objetos y sub-nociones a los cuales se refiere el signo, pero también como referencia en el uso y la lengua. Lo que determina la identidad de la significación de una palabra no es su uso como denominación de diversos objetos sino su cualidad intensional. Siempre sería posible de restringir la extensión de una palabra, y la pérdida de rasgos intensionales conduciría al menoscabo de su identidad. Con esta determinación intensional de los significados, los autores de Port-Royal se refieren a la lengua como producto y no a su uso en actos de comunicación.
Mientras que la concepción intensional de la naturaleza de la significación ya indicaba el problema de la convención y del valor del signo lingüístico, la extensión conducía a la cuestión de cómo la significación de una palabra se reparte en términos subordinados. Arnauld y Nicole tratan, sobre todo, palabras semánticamente vecinas, cuyas relaciones semánticas se estudian en oposiciones. Discuten ampliamente los pares de palabras que cubren la extensión de otra palabra más amplia, llaman a esta oposición división e incluyen también pares morfológicos con un prefijo negativo: nombre ‘número’ à pair ‘par’, impair ‘impar’ (Arnauld/ Nicole 1993: 161-164). En otras oposiciones hay una zona de indiferencia entre las palabras opuestas que no está cubierta por ellas. En el análisis de este tipo de oposiciones que llamaríamos antónimos en el sentido estricto, Arnauld y Nicole mencionan también ejemplos de indiferencia, llegando así al estudio de dimensiones de campos léxicos, por ejemplo jour ‘día’ / nuit ‘noche’ con la zona de indiferencia crépuscule ‘crepúsculo’, o timidité ‘timidez’/ témérité ‘temeridad’ con la zona de indiferencia précaution ‘precaución’.
La Lógica de Port-Royal contiene una teoría de las relaciones semánticas muy desarrollada que se encuentra en la semántica estructural del siglo XX. Se trata de una base lógica que se transmite de siglo en siglo y que encontró en la semántica estructural un entorno muy provechoso. En la terminología actual, basada en la semántica estructural de John Lyons (1991, 1997), los ejemplos père ‘padre’/ fils ‘hijo’ y maître ‘patrón’ / serviteur ‘servidor’ se llaman conversos. Los termes contraires corresponden a los antónimos en el sentido estricto. En estas dos relaciones la significación del término opuesto no se explica por la simple negación, que a diferencia de las dos últimas (termes privatifs, termes contradictoires), la significación se explica mutuamente por la negación. La división de la relación de complenimia se basa en la relación de posibles referencias: no tendría sentido referirse a una piedra con las palabras vista / ceguera, lo que sí sería posible con ver / no ver.
Para los teóricos racionalistas de Port-Royal, la relación entre los sonidos y las ideas es meramente arbitraria, a diferencia del sensualista John Locke (1632-1704) para quien una palabra no solamente está impuesta arbitrariamente a una idea, sino que también el contenido que denomina es individual y arbitrario:
Enfin il y a une grande équivoque dans ce nom d’arbitraire; quand on dit que la signification des mots est arbitraire. Car il est vrai que c’est une chose purement arbitraire que de joindre une telle idée à un tel son plutôt qu’à un autre; mais les idées ne sont point des choses arbitraires; et qui dépendent de notre fantaisie, au moins celles qui sont claires et distinctes. Et pour le montrer évidemment, c’est qu’il serait ridicule de s’imaginer que des effets très réels pûssent dépendre des choses purement arbitraires. (Arnauld / Nicole [1662] 1965, I, 33)
Thus we may conceive how words, which were by nature so well adapted to that purpose, came to be made use of by men as the signs of their ideas; not by any natural connexion that there is between particular articulate sounds and certain ideas, for then there would be but one language amongst all men; but by a voluntary imposition, whereby such a word is made arbitrarily the mark of such an idea. (Locke [1690] 1894, III, II, 8)
Words, by long and familiar use, as has been said, come to excite in men certain ideas so constantly and readily, that they are apt to suppose a natural connexion between them. But that they signify only men’s peculiar ideas, and that by a perfect arbitrary imposition, is evident, in that they often fail to excite in others (even that use the same language) the same ideas we take them to be signs of: and every man has so inviolable a liberty to make words stand for what ideas he pleases, that no one hath the power to make others have the same ideas in their minds that he has, when they use the same words that he does. (Locke [1690] 1894, III, II, 12)
En el siglo XVIII se estableció la doctrina de que los signos arbitrarios serían capaces de transformar las sensaciones en ideas. Condillac las explica como algo que se desarrolla desde los signos naturales del lenguaje de los gestos:
[…] le langage d’action: langage qui, dans ses commencemens, […] ne consistoit vraisemblablement qu’en contorsions et en agitations violentes. Cependant ces hommes ayant acquis l’habitude de lier quelques idées à des signes arbitraires, les cris naturels leur servirent de modèle, pour se faire un nouveau langage. (Condillac [1746] 1961, II, I, I, 8–9)
La idea de relaciones mutuas en el vocabulario se desarrolla, entre otros, en el marco del Tratado de los sistemas (Traité des systèmes, 1749) de Condillac, donde un sistema es definido como la disposición de las diferentes partes de un arte o de una ciencia dentro de un orden, donde estas partes se apoyan mutuamente y donde las últimas se explican por las primeras:
[…] la disposition des différentes parties d’un art ou d’une science dans un ordre où elles se soutiennent toutes mutuellement, et où les dernières s’expliquent par les premières (Condillac 1947-51 : I, 121)
En el Curso de estudios para el príncipe de Parma (Cours d’études pour l’instruction du prince de Parme, 1775) se trata también más tarde el lenguaje en términos de sistema. No obstante, eso no quiere decir que Condillac lo considerara como uno de los falsos sistemas que había rechazado. El sistema del lenguaje se basaría en conocimientos empíricos que se estructurarían en la colaboración del lenguaje y del pensamiento (Condillac 1947-51: II, 174; I: 443).
El mejor método para la descripción del sistema de la lengua es, según Condillac, la observación de sí mismo. El sistema del lenguaje lo habría interiorizado cada hablante. El sistema se reconoce aquí ya como un presupuesto para la actividad lingüística:
Le système du langage est dans chaque homme qui sait parler. (Condillac 1947-51: I, 443)
El sistema de los signos lingüísticos, el sistema de los conocimientos de una sociedad y el sistema de las necesidades se condicionan mutuamente. Esta motivación del signo por el sistema es un complemento funcional del problema de su arbitrariedad, considerado sobre todo genéticamente. El sistema de una lengua sería más perfecto cuanto más sea determinado por su analogía (Condillac 1947-51: II, 400). El grado de analogía depende, por su lado, del genio de la lengua y de su formación. Las unidades lingüísticas podrán, por consecuencia, estar más determinadas por el sistema lingüístico cuanto más desarrolladas estén la individualidad y la historicidad.
Sin llegar a estas posiciones teoréticas, algunos autores utilizaban las relaciones sistémicas en la descripción de sinónimos. A diferencia de la descripción de la sinonimia de los siglos anteriores que se preocupaban por la variación sinonímica y por las cuestiones estilísticas, en los siglos XVII y XVIII se describe la sinonimia como una sinonimia diferencial y que quiere describir la significación precisa de cada palabra como presupuesto de su uso.
El libro más influyente sobre sinonimia apareció en 1718 bajo el título de Precisión de la lengua francesa (La Justesse de la langue française, ou les differentes significations des mots qui passent pour synonymes). En 1736, su autor, Gabriel Girard, lo publicó con el título modificado de Sinónimos franceses (Synonymes français, leurs significations et le choix qu’il faut en faire pour parler avec justesse). Girard afirma claramente que las lenguas en el estado que se propone estudiar forman sistemas, no obstante, su formación y desarrollo son poco sistemáticos:
Les Langues ont beau se former sans système & sans délibération; elles n’en sont pas moins systématiques ni moins fondées en raison. (Girard 1747 : 246)
Hay que mencionar que muchos de estos libros se encontraron en la biblioteca del abuelo de Saussure, Nicolas-Théodore de Saussure (1767-1845) que era un naturalista importante.
Había también autores españoles que utilizaban el término arbitrario para designar las cualidades de los signos lingüísticos. En el siguiente texto de Juan Pablo Forner (1756–1797) se discute la facultad, atribuida a los signos arbitrarios por Condillac, de desarrollar las capacidades intelectuales del hombre:
Atribuyendo como atribuye [Condillac] al uso de los signos arbitrarios los progresos del entendimiento desde la imaginación en adelante, queda en pié la dificultad. Los brutos no pueden formar signos arbitrarios para el uso; consiguientemente no pueden pasar de la imaginación: está bien. Pero si las cinco facultades hasta la imaginación residen en la substancia racional del hombre, la qual por medio de los signos, no solo las perfecciona, sino que las aumenta, ¿que especie de substancia será aquella en que residen dentro de los brutos las mismas cinco facultades? Denme signos arbitrarios, diria Baile, en los brutos, y raciocinarán como los hombres. (Forner 1787, 196)
Al contrario, Luis Marcelino Pereira (1754-1811) reflexiona haciendo una distinción entre lo arbitrario y lo artificial, atribuyendo al arbitrario la posibilidad de los individuos de cambiar los signos:
Porque mucho yerran algunos que por no ser las palabras signos naturales de las cosas, ni de las ideas, creen haber sido arbitrariamente inventadas, y se dan a entender que la licencia que en el formarle juzgan haber tenido los primeros autores de cada idioma, esa misma compete á los que despues de ellos vienen en el aumentarle. Con igual fundamento se diria que todo es arbitrario en la fabrica y disposicion de las partes de un relox, pues que nada hay en ello de natural. Mas quien no ve que seria eso confundir lo arbitrario con lo artificial, y no advertir que á lo natural esto es y no aquello lo que se opone. (Pereira [entre 1798 y 1800], [44])
En los manuales, las distinciones dicotómicas de Saussure se describen como si hubieran sido inventadas por este autor. En realidad, Saussure pudo apoyarse en una distinción hecha entre langue y parole que existía en la lengua francesa, por lo menos desde hace doscientos años. En el Cours de psycologie (1801) de Benoni Debrun encontramos un ejemplo muy claro de la distinción hecha entre langue, parole y langage:
C’est-à-dire, que la voix, l’écriture et le geste deviennent les trois moyens que nous employons pour la communication des pensées, et un système quelconque de ces moyens, est ce qu’on nomme une langue, du principal organe que nous employons à cette communication; c’est à la faculté d’employer ces moyens, prise d’une manière générale, qu’on donne le nom de langage, et à l’acte de cette faculté, qu’on donne celui de parole. (Debrun 1801, 64)
Debrun define la langue como un sistema para la expresión de nuestros pensamientos, el langage como la capacidad de hacer uso de este sistema, y la parole como un acto de esta capacidad. Como profesor de gramática en una escuela central, Debrun redactó este texto respondiendo a una circular del ministro del interior que había invitado a los profesores a hacerle llegar copias de los cuadernos que dictaban a sus alumnos:
Par une circulaire en date du 20 fructidor an 5, le Citoyen François (de Neufchâteau), alors Ministre de l'Intérieur, invita tous les Professeurs aux Écoles Centrales de lui faire passer une Copie des cahiers qu'ils dictaient à leurs élèves. (Debrun 1801, préface)
Estos cuadernos no influyeron las grandes corrientes de la lingüística, pero sí reflejaban el uso de los términos en las escuelas y en los manuales. Este uso de las palabras langue, parole y langage se transmitió a través de las escuelas, preparando así la distinción terminológica profundizada.
Esta distinción entre langue, parole y langage se prestaba como material terminológico para hacer una distinción teórica. La fuerza paradigmática con la cual el Curso de Saussure se ha impuesto contradice el hecho de que sea considerado como elemento de una serie de textos que funcionalice las distinciones terminológicas que habían sido introducidas antes y que tienen analogías en textos ‘inferiores’, publicados antes de 1916, como el texto Le langage et la vie (1913) de Bally que ya menciona el pensamiento de Saussure:
Bref: le langage est la matière hétérogène et flottante où la langue a pris corps; (Bally 1913, 79)
La distinction entre langue et langage n’est pas seulement difficile par définition: elle varie selon les idiomes. (Bally 1913, 79)
Il n’y a, selon nous, qu’une solution à toutes ces difficultés: il faut se placer de prime abord sur le terrain de la langue et la prendre pour norme de toutes les autres manifestations du langage. (Bally 1913, 25)
Quant à la stylistique interne, elle cherche à fixer les rapports qui s’établissent entre la parole et la pensée chez le sujet parlant ou entendant: elle étudie la langue dans ses rapports avec la vie réelle [...] (Bally 1913, 60)
Saussure nous a rendu familière la distinction entre langue et parole. [...] Si la langue est le trésor des signes et des rapports entre signes en tant que tous les individus leur attribuent les mêmes valeurs, la parole est la mise en œuvre de ces signes et de ces rapports pour l’expression de la pensée individuelle. (Bally 1913, 76)
Para destacar entre una serie de textos hace falta que un texto sea el representante típico de esa serie y que responda de una manera particularmente convincente a los problemas no resueltos de la lingüística de su época. En esto consiste el gran mérito del Curso de Saussure. A la imagen de Saussure como fundador de la lingüística estructural, difundida en los manuales, hay que añadir la de un lingüista que fue capaz de sacar provecho de las distinciones de términos que ya existían en su lengua.
3. Los conceptos se preparan implícitamente: una serie de tratados ‘semióticos’ antes del Curso
La necesidad de una fundación científica de estudios lingüísticos se sentía también en los decenios antes de la publicación del Curso. Nos limitaremos de nuevo a la presencia del concepto de la ‘arbitrariedad’ del signo lingüístico y lo estudiaremos en dos de sus consecuencias: (1) Cuando el signo lingüístico se considera como arbitrario, las personas podrían sustituirlo por un signo creado artificialmente, eso quiere decir se podrían inventar lenguas artificiales. (2) El concepto de arbitrariedad contradice el funcionamiento de la lengua si no se añaden conceptos complementarios. Uno de estos es la definición del lenguaje como un hecho social que apoya la asignación de cierto significante a un cierto significado por la aceptación de la comunidad lingüística. Otro concepto que permite la explicación del funcionamiento de signos arbitrarios es la noción de ‘valor’ que insiste en la interdependencia de los signos y pone en duda el concepto del léxico como nomenclatura cuyos elementos corresponden a “objetos” predeterminados. Aplicando el concepto de ‘valor’, la lengua no es un conjunto de expresiones exteriores a la disposición del saber en unidades semánticas, sino un sistema de relaciones y oposiciones que asigna su lugar a cada uno de los elementos. Nos concentraremos en la primera de estas consecuencias, remitiendo la segunda a trabajos anteriores (cf. Haßler 1991, 2015).
En la segunda mitad del siglo XIX había varios intentos de crear lenguas universales. En la historia de las lenguas universales encontramos sistemas a priori que asignan nuevas denominaciones a los conceptos y sistemas a posteriori que utilizan elementos de lenguas existentes, simplificándolos y determinando la relación entre el significado y el significante, así como sistemas mixtos:
• Sistemas a priori:
Ramón Llull (1305), Rogelio Bacon (siglo XIII), Tomás de Erfurt (siglo XIV), Guillermo de Ockham (siglo XIV), Descartes (1629), Mersenne, Dalgarno (1661), Wilkins (1668), Leibniz (1795), Delormel (1795), Joseph de Maimieux, Pasigraphie (1797); Sudre: Solrésol (1817), Grosselin (1836), Vidal, Langue universelle et analytique (1844), Sinibaldo de Mas, L’ideographie (1844), Letellier (1852), Sotos Ochando, Proyecto y ensayo de una lengua universal y filosófica (1851), Renouvier (1855), Dyer: Dingualumina (1875), Reimann: Langue internationale étymologique (1877), Maldant: Langue naturelle (1887), Dr. Nicolas: Spokil (1900), Hilbe: Zahlensprache (1901), Dietrich: Völkerverkehrssprache (1902)
• Sistemas a posteriori:
Langue nouvelle (1765), Schipfer: Communicationssprache (1839), L. de Rudelle: Pantos-dimou-glossa (1858), Pirro: Universal-Sprache (1868), Volk et Fuchs: Weltsprache (1883), Courtonne: Langue internationale neo-latine (1885), Steiner: Pasilinguia (1886), Eichhorn: Weltsprache (1887), Ludwik Lejzer Zamenhof: Esperanto (1887), The American Philosophical Society (1887-88), Bernhard: Lingua Franca Nuova (1888), Landa: Kosmos (1888), Henderson: Lingua (1888) et Latinesce (1901), Sanlúcar de Barrameda, un libro titulado: Del Idioma Universal, sus ventajas y posibilidades de obtenerlo (1852; cf. Hernández Guerrero 1984), Bell (1888): Word English, P. Hoinix: Anglo-Franca (1889), Stempfl: Myrana (1889), Stempfl: Communia (1894), Dr. Rosa: Nou Latin (1890), Julius Lott: Mundolingue (1890), Liptay: Langue catholique (1890), Mill: Antivolapük (1893), Heintzeler: Universala (1893), Beermann: Novilation (1895), Le Linguist (1896-97), Puchner: Nuove-Roman (1897), Benjamin Bohin: Syllabaire Moderne Universel (Patoiglob) (1898), Kürschner: Lingua Komun (1900), Akademi Internasional de lingu universal: Idiom neutral (1902).
• Sistemas mixtos:
Grimm (1860), Schleyer: Volapük (1880), Verheggen: Nal Bino (1886), Menet (1886), St. de Max: Bopal (1887), Bauer: Spelin (1888), Fleweger: Dil (1893), Dormoy: Balta (1893), Guaroliola: Orba (1893), W. von Arnim: Veltparl (1896), Marchand: Dilpok (1898), Bollack: Langue bleue (1899)
En la enumeración incompleta de estas obras,[1] que muestran la constancia de la preocupación por crear una lengua universal, destaca la época del fin del siglo XIX, lo que podría demostrar que había una actitud semiológica que consideraba la relación entre el significado y el significante como arbitraria en el sentido literal, por eso alterable, y que podía apoyar la demanda de una teoría semiótica de la lingüística. Los inventores de lenguas artificiales de esta época no habían estudiado lingüística. El psicólogo Mulaik explicó la motivación para crear una lengua artificial por el deseo de superar la arbitrariedad del sistema lingüístico de la lengua materna: inventando nuevos signos, el creador de una nueva lengua puede atribuirles su propio significado:
Language inventing may also represent an attempt to overcome the arbitrariness of a language system imposed upon the language inventor during his childhood. By inventing his own language, he can impart his own meanings to the words he invents, which he cannot express in his ‘public language’, or more significantly his ‘mother tongue’. (Mulaik 1962: 29)
Además, la motivación de derribar las barreras de comunicación por una lengua universal puede atraer personas descontentas por haber sido malentendidas o por no haber podido expresar sus sentimientos durante su infancia:
Finally, the motivation to break down barriers to communication via a universal or even an international language will tend to attract people who may have felt considerable dissatisfaction as children by being misunderstood, of not being able to express openly their feelings, or of not understanding others. (Mulaik 1962: 29)
Según sus inventores las lenguas artificiales eran construidas según reglas gramaticales completamente análogas y tenían vocabularios fijados, por lo que las suponían utilizables para una comunicación universal.
La intención de la creación compleja de Sotos Ochando radicaba en aunar cada una de las materias de estudio del universo con un elemento lingüístico que las expresase (cf. Pérez García 2006, 1220-1221). En cuanto al concepto de arbitrariedad, esto corresponde a un proceder aparentemente contradictorio: se utiliza la arbitrariedad de la relación entre el significado y el significante para cambiarla, introduciendo un nuevo significado cuya relación al significante no sea arbitraria, sino necesaria. Por la relación directa entre el orden alfabético y el orden de las cosas del mundo desaparecería la arbitrariedad:
Tabe refan bo il tube omalum los el
Relación constante entre el órden alfabético de las
ojegos bal il rafin bal otacan los il rabes su
palabras y el natural y lógico de las cosas
ojapergans fi sacis. — Na sadan riabirben la il
significadas por ellas. — Este es el
reaci tenban bal ocaga-rmin no sadan ojebe.
carácter típico y distintivo de esta lengua. (Sotos Ochando 1863, 119)
Esta finalidad filosófica de crear una lengua que ayude por sus signos al pensamiento era ajena a otros ensayos de lenguas que fueron publicadas en la misma época o poco después (cf. Calero Vaquera 1993). En 1879, el párroco Johann Martin Schleyer elaboró la lengua secundaria Volapük, en la cual estableció una correspondencia total entre los sonidos y los grafemas, omitiendo todas las letras no pronunciadas. Un adicto italiano del Volapük, Vincenzo Amoretti, ve la razón del funcionamiento de esta lengua en la asignación bien reflexionada de significantes a significados, análoga a los signos del álgebra:
Tutti i popoli sono d’accordo sul senso da attribuirsi per esempio alle cifre numeriche dell’aritmetica sebbene essi differentemente le esprimano nella loro rispettiva lingua con differenti appellativi. Prendiamo per esempio la cifra 4, un francese leggerà quatre, un inglese four, un tedesco vier, uno spaguolo cuatro, e così via. Ciò nondimeno nessun d’essi si sbaglierà circa il numero rappresentato; 4 vale 4 in tutto il mondo. […] E lo stesso avviene ancora del complesso dei segnali semaforici che potrebbero definirsi una lingua universale a segnali, poichè da tutte le nazioni usata è per suo mezzo che i marinai di tutti i paesi si riconoscono e comunicano fra loro a distanza, facendo una vera traduzione mentale dei segni trasmessi. (Amoretti 1888, 13)
La diversidad de las lenguas, considerada desde hace más de dos siglos como una prueba de la arbitrariedad y como un obstáculo en la comunicación, tenía que curarse en una época que había superado el orden social imperfecto y el aislamiento de los pueblos, realizando el sueño de una lengua internacional:
E lo stesso avviene ancora del complesso dei segnali semaforici che potrebbero definirsi una lingua universale a segnali, poiché da tutte le nazioni usata è per suo mezzo che i marinai di tutti i paesi si riconoscono e comunicano fra loro a distanza, facendo una vera traduzione mentale dei segni trasmessi. (Amoretti 1888, 13)
Un autor que había cambiado y desarrollado el Volapük, el austríaco Lott, considera también el plurilingüismo como un gran mal, pero restringe los esfuerzos de creación de una nueva lengua a los pueblos del Occidente (Lott 1888).
En la traducción española del Manual para aprender la lengua internacional esperanto que se publicó en Lima en 1901 (11887) se deduce la necesidad de una lengua eficaz de los progresos de la modernidad:
Con rapidez de las comunicaciones, mediante el vapor y la electricidad, se ha notado el inconveniente de los distintos idiomas que se hablan en la actualidad, y la gran ventaja que se tendría con una lengua artificial, que aprendiéndose en poco tiempo y sin necesidad de profesor, auxiliase á los idiomas maternos, de manera que se entendiesen los que necesitan entrar en relaciones comerciales literarias ó científicas. (Villareal, en Zamenhof 1901, 3)
El esperanto tiene unas 2500 raíces, tomadas de los idiomas existentes, predominando las latinas:
Romanas vol-i querer
far-i hacer
patr-o padre
Germanas tag-o día
ink-o tinta
hund-o perro (Zamenhof 1901, 31)
Además, hay terminaciones que forman otras palabras o expresan categorías gramaticales:
Tragedia tragedi-o
Trágico tragedi-a
Teléfono telefon-o
Geométrico geomatr-a (Zamenhof 1901, 31)
De tal manera, se estableció una lengua para la cual las raíces se tomaron arbitrariamente y todos los enlaces se designaban de una manera igual, por lo que se obtuvo un sistema análogo y motivado.
Sobre los demás proyectos de lenguas universales que se desarrollaron en varios países en la época de transición del siglo XIX al siglo XX, nos limitaremos a dos ejemplos. El autor chileno Alberto Liptay (1842-1902) publicó su primer diseño de Lengua Católica en 1890 que tiene versiones en varias lenguas. Liptay compiló los radicales originarios y los adaptó a una ortografía fonética y a una pronunciación internacional. Como dice Carmen Galán (2016, 65), para él no se trataba de “inventar” una lengua, sino de “descubrirla” en formas aparentemente disímiles en el vocabulario internacional grecolatino. En 1916, Jacob Linzbach (1874-1937) publicó en Petrograd una obra bajo el título de Принципы философского языка. Опыт точного языкознания (‘Principios de una lengua filosófica. Ensayo de lingüística exacta’) en la cual presentó independientemente ideas similares a las de Saussure. Linzbach intentó aplicar el pensamiento de las ciencias naturales al lenguaje y explicó la relación de las dos partes del signo lingüístico por una doble computación, teniendo en cuenta su naturaleza psíquica.
4. Conclusión
El culto al progreso científico, técnico y social y la interpretación de la arbitrariedad del signo en un sentido estrecho y literal permitían la creación de nuevas lenguas concebidas como internacionales. En el mismo sentido se pusieron de manifiesto las implicaciones contradictorias del concepto de la arbitrariedad de los signos.
Tales consideraciones contradictorias sobre la arbitrariedad del signo no eran ajenas a Saussure y tal vez también por ellas habría renunciado a una publicación de sus lecciones. La divulgación del pensamiento de Saussure mediante la publicación del Curso en 1916 no permitía reconocer el horizonte de retrospección (cf. Auroux 1996) y tampoco la reticencia del autor que le impedía publicar prematuramente pensamientos no finalizados. Sin embargo, el Curso ha servido como punto de arranque para el desarrollo de la lingüística estructural en Europa y parcialmente en América.
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Indudablemente el Curso de lingüística general es un texto de referencia que cumple con muchos de los criterios anteriormente mencionados. La simplificación de las ideas de Saussure y la exageración de su concepto sistémico del lenguaje llevadas a cabo por los editores Bally y Sechehaye han contribuido a la exitosa acogida de la obra y a su clasificación de texto de referencia. En lo que sigue se analizará la preparación conceptual y terminológica en una serie preparatoria.
2. Los conceptos no aparecen de la nada: una serie preparatoria del Curso de lingüística general
Los conceptos semióticos no aparecieron de la nada en el pensamiento de Saussure. A través de los siglos se oponen en la historia de la lingüística dos posiciones paradigmáticas: una de estas posiciones parte del principio de que la lengua expresa pensamientos independientes de ella, y considera los signos lingüísticos como una nomenclatura que contiene rótulos para todas las nociones. En la otra posición paradigmática, la lengua tiene un papel activo en la formación de conceptos que se consideran formados en el momento de su denominación. Esta última posición es la de Saussure, que es considerado por muchos lingüistas como el fundador del concepto de la arbitrariedad de los signos.
No cabe duda que debido a su posición en el Curso de lingüística general y también en los escritos auténticos de Saussure, el término arbitrariedad tiene una especial importancia con consecuencias para la teoría lingüística entera. No obstante, hay que tomar en serio la frase omitida en la traducción española del Curso. Alonso traduce: “El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüistico es arbitrario” y con eso finaliza el párrafo. Pero en el Curso encontramos una frase más que dice: ‘No se niega el principio de la arbitrariedad del signo por ninguna persona; pero muchas veces es más fácil descubrir una verdad que asignarle el lugar que le corresponde’.
Le lien unissant le signifiant au signifié est arbitraire, ou encore, puisque nous entendons par signe le total résultant de l’association d’un signifiant à un signifié, nous pouvons dire plus simplement : le signe linguistique est arbitraire. Le principe de l’arbitraire du signe n’est contesté par personne ; mais il est souvent plus aisé de découvrir une vérité que de lui assigner la place qui lui revient (Saussure/Wunderli [1916] 2013, 170)
El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüistico es arbitrario. (Saussure/Alonso 1945, 93)
De acuerdo con su posición en la red nocional, parece justificado atribuirle al Curso de lingüística general de Saussure un papel paradigmático, pero la reconstrucción historiográfica no es menos importante. Es difícil contestar a la pregunta si Saussure era consciente de la larga historia del concepto de ‘arbitrariedad’, trazada por Coseriu (1967) desde Aristóteles a través de los cambios medievales, las ampliaciones cognitivas en las teorías del siglo XVIII, llegando hasta la teoría de Saussure. Encontramos una respuesta en la biografía de Saussure escrita por John Joseph que ve la influencia de Saussure en el mentalizar ciertas perspectivas tradicionales olvidadas por sus contemporáneos:
Much of the impact of Ferdinand de Saussure’s lectures on general linguistics lays in his bringing to the attention of linguists certain traditional perspectives that had been pushed so far from the centre of the field that it was forgotten they had ever been part of it. Some of them are regularly credited to Saussure as his own invention, though he never claimed as such. (Joseph 2012, 70).
Una reconstrucción completa de la historia del concepto de la arbitrariedad del signo tendría que tener en cuenta las posiciones racionalistas y sensualistas del siglo XVII. En la Gramática (1660) y, sobre todo, en la Lógica (1662) de Port-Royal se tomaron y se desarrollaron concepciones semánticas que influenciaron perdurablemente las teorías lingüísticas. Eso se refiere, sobre todo, a la noción del signo arbitrario y a la distinción entre intensión y extensión. Para los autores de Port-Royal, el pensamiento no depende de la lengua, pero la comunicación con la ayuda del lenguaje ha conducido a los seres humanos a utilizar signos también en su pensamiento. La arbitrariedad del signo está limitada a la relación entre el significado y el significante y no concierne la composición de los significados. Pero es notable que esta relación entre sonidos y significaciones se considere como una relación entre ideas. Esto se expresa claramente en una edición de la Lógica de 1683 con algunas adiciones de los mismos Antoine Arnauld y Pierre Nicole. Una de estas adiciones es un capítulo bajo el título “De las ideas de las cosas y de las ideas de los signos” (Des idées des choses et des idées des signes, Première Partie, Chapitre IV). No solamente se expresa el carácter bilateral del signo lingüístico, sino que se afirma la natura psicológica de ambos lados:
Ainsi le signe enferme deux idées, l’une de la chose qui représente, l’autre de la chose représentée ; & sa nature consiste à exciter la seconde par la première. (Arnauld / Nicole 1993 : 53)
En la discusión de los contenidos de los signos lingüísticos, Arnauld y Nicole acentúan la relación entre la intensión (compréhension) y la extensión (étendue). Entienden por intensión la totalidad de los rasgos que constituyen una idea y de los cuales ninguno puede quedar suprimido sin destruir la idea. La extensión se entiende como la totalidad de los objetos y sub-nociones a los cuales se refiere el signo, pero también como referencia en el uso y la lengua. Lo que determina la identidad de la significación de una palabra no es su uso como denominación de diversos objetos sino su cualidad intensional. Siempre sería posible de restringir la extensión de una palabra, y la pérdida de rasgos intensionales conduciría al menoscabo de su identidad. Con esta determinación intensional de los significados, los autores de Port-Royal se refieren a la lengua como producto y no a su uso en actos de comunicación.
Mientras que la concepción intensional de la naturaleza de la significación ya indicaba el problema de la convención y del valor del signo lingüístico, la extensión conducía a la cuestión de cómo la significación de una palabra se reparte en términos subordinados. Arnauld y Nicole tratan, sobre todo, palabras semánticamente vecinas, cuyas relaciones semánticas se estudian en oposiciones. Discuten ampliamente los pares de palabras que cubren la extensión de otra palabra más amplia, llaman a esta oposición división e incluyen también pares morfológicos con un prefijo negativo: nombre ‘número’ à pair ‘par’, impair ‘impar’ (Arnauld/ Nicole 1993: 161-164). En otras oposiciones hay una zona de indiferencia entre las palabras opuestas que no está cubierta por ellas. En el análisis de este tipo de oposiciones que llamaríamos antónimos en el sentido estricto, Arnauld y Nicole mencionan también ejemplos de indiferencia, llegando así al estudio de dimensiones de campos léxicos, por ejemplo jour ‘día’ / nuit ‘noche’ con la zona de indiferencia crépuscule ‘crepúsculo’, o timidité ‘timidez’/ témérité ‘temeridad’ con la zona de indiferencia précaution ‘precaución’.
La Lógica de Port-Royal contiene una teoría de las relaciones semánticas muy desarrollada que se encuentra en la semántica estructural del siglo XX. Se trata de una base lógica que se transmite de siglo en siglo y que encontró en la semántica estructural un entorno muy provechoso. En la terminología actual, basada en la semántica estructural de John Lyons (1991, 1997), los ejemplos père ‘padre’/ fils ‘hijo’ y maître ‘patrón’ / serviteur ‘servidor’ se llaman conversos. Los termes contraires corresponden a los antónimos en el sentido estricto. En estas dos relaciones la significación del término opuesto no se explica por la simple negación, que a diferencia de las dos últimas (termes privatifs, termes contradictoires), la significación se explica mutuamente por la negación. La división de la relación de complenimia se basa en la relación de posibles referencias: no tendría sentido referirse a una piedra con las palabras vista / ceguera, lo que sí sería posible con ver / no ver.
Para los teóricos racionalistas de Port-Royal, la relación entre los sonidos y las ideas es meramente arbitraria, a diferencia del sensualista John Locke (1632-1704) para quien una palabra no solamente está impuesta arbitrariamente a una idea, sino que también el contenido que denomina es individual y arbitrario:
Enfin il y a une grande équivoque dans ce nom d’arbitraire; quand on dit que la signification des mots est arbitraire. Car il est vrai que c’est une chose purement arbitraire que de joindre une telle idée à un tel son plutôt qu’à un autre; mais les idées ne sont point des choses arbitraires; et qui dépendent de notre fantaisie, au moins celles qui sont claires et distinctes. Et pour le montrer évidemment, c’est qu’il serait ridicule de s’imaginer que des effets très réels pûssent dépendre des choses purement arbitraires. (Arnauld / Nicole [1662] 1965, I, 33)
Thus we may conceive how words, which were by nature so well adapted to that purpose, came to be made use of by men as the signs of their ideas; not by any natural connexion that there is between particular articulate sounds and certain ideas, for then there would be but one language amongst all men; but by a voluntary imposition, whereby such a word is made arbitrarily the mark of such an idea. (Locke [1690] 1894, III, II, 8)
Words, by long and familiar use, as has been said, come to excite in men certain ideas so constantly and readily, that they are apt to suppose a natural connexion between them. But that they signify only men’s peculiar ideas, and that by a perfect arbitrary imposition, is evident, in that they often fail to excite in others (even that use the same language) the same ideas we take them to be signs of: and every man has so inviolable a liberty to make words stand for what ideas he pleases, that no one hath the power to make others have the same ideas in their minds that he has, when they use the same words that he does. (Locke [1690] 1894, III, II, 12)
En el siglo XVIII se estableció la doctrina de que los signos arbitrarios serían capaces de transformar las sensaciones en ideas. Condillac las explica como algo que se desarrolla desde los signos naturales del lenguaje de los gestos:
[…] le langage d’action: langage qui, dans ses commencemens, […] ne consistoit vraisemblablement qu’en contorsions et en agitations violentes. Cependant ces hommes ayant acquis l’habitude de lier quelques idées à des signes arbitraires, les cris naturels leur servirent de modèle, pour se faire un nouveau langage. (Condillac [1746] 1961, II, I, I, 8–9)
La idea de relaciones mutuas en el vocabulario se desarrolla, entre otros, en el marco del Tratado de los sistemas (Traité des systèmes, 1749) de Condillac, donde un sistema es definido como la disposición de las diferentes partes de un arte o de una ciencia dentro de un orden, donde estas partes se apoyan mutuamente y donde las últimas se explican por las primeras:
[…] la disposition des différentes parties d’un art ou d’une science dans un ordre où elles se soutiennent toutes mutuellement, et où les dernières s’expliquent par les premières (Condillac 1947-51 : I, 121)
En el Curso de estudios para el príncipe de Parma (Cours d’études pour l’instruction du prince de Parme, 1775) se trata también más tarde el lenguaje en términos de sistema. No obstante, eso no quiere decir que Condillac lo considerara como uno de los falsos sistemas que había rechazado. El sistema del lenguaje se basaría en conocimientos empíricos que se estructurarían en la colaboración del lenguaje y del pensamiento (Condillac 1947-51: II, 174; I: 443).
El mejor método para la descripción del sistema de la lengua es, según Condillac, la observación de sí mismo. El sistema del lenguaje lo habría interiorizado cada hablante. El sistema se reconoce aquí ya como un presupuesto para la actividad lingüística:
Le système du langage est dans chaque homme qui sait parler. (Condillac 1947-51: I, 443)
El sistema de los signos lingüísticos, el sistema de los conocimientos de una sociedad y el sistema de las necesidades se condicionan mutuamente. Esta motivación del signo por el sistema es un complemento funcional del problema de su arbitrariedad, considerado sobre todo genéticamente. El sistema de una lengua sería más perfecto cuanto más sea determinado por su analogía (Condillac 1947-51: II, 400). El grado de analogía depende, por su lado, del genio de la lengua y de su formación. Las unidades lingüísticas podrán, por consecuencia, estar más determinadas por el sistema lingüístico cuanto más desarrolladas estén la individualidad y la historicidad.
Sin llegar a estas posiciones teoréticas, algunos autores utilizaban las relaciones sistémicas en la descripción de sinónimos. A diferencia de la descripción de la sinonimia de los siglos anteriores que se preocupaban por la variación sinonímica y por las cuestiones estilísticas, en los siglos XVII y XVIII se describe la sinonimia como una sinonimia diferencial y que quiere describir la significación precisa de cada palabra como presupuesto de su uso.
El libro más influyente sobre sinonimia apareció en 1718 bajo el título de Precisión de la lengua francesa (La Justesse de la langue française, ou les differentes significations des mots qui passent pour synonymes). En 1736, su autor, Gabriel Girard, lo publicó con el título modificado de Sinónimos franceses (Synonymes français, leurs significations et le choix qu’il faut en faire pour parler avec justesse). Girard afirma claramente que las lenguas en el estado que se propone estudiar forman sistemas, no obstante, su formación y desarrollo son poco sistemáticos:
Les Langues ont beau se former sans système & sans délibération; elles n’en sont pas moins systématiques ni moins fondées en raison. (Girard 1747 : 246)
Hay que mencionar que muchos de estos libros se encontraron en la biblioteca del abuelo de Saussure, Nicolas-Théodore de Saussure (1767-1845) que era un naturalista importante.
Había también autores españoles que utilizaban el término arbitrario para designar las cualidades de los signos lingüísticos. En el siguiente texto de Juan Pablo Forner (1756–1797) se discute la facultad, atribuida a los signos arbitrarios por Condillac, de desarrollar las capacidades intelectuales del hombre:
Atribuyendo como atribuye [Condillac] al uso de los signos arbitrarios los progresos del entendimiento desde la imaginación en adelante, queda en pié la dificultad. Los brutos no pueden formar signos arbitrarios para el uso; consiguientemente no pueden pasar de la imaginación: está bien. Pero si las cinco facultades hasta la imaginación residen en la substancia racional del hombre, la qual por medio de los signos, no solo las perfecciona, sino que las aumenta, ¿que especie de substancia será aquella en que residen dentro de los brutos las mismas cinco facultades? Denme signos arbitrarios, diria Baile, en los brutos, y raciocinarán como los hombres. (Forner 1787, 196)
Al contrario, Luis Marcelino Pereira (1754-1811) reflexiona haciendo una distinción entre lo arbitrario y lo artificial, atribuyendo al arbitrario la posibilidad de los individuos de cambiar los signos:
Porque mucho yerran algunos que por no ser las palabras signos naturales de las cosas, ni de las ideas, creen haber sido arbitrariamente inventadas, y se dan a entender que la licencia que en el formarle juzgan haber tenido los primeros autores de cada idioma, esa misma compete á los que despues de ellos vienen en el aumentarle. Con igual fundamento se diria que todo es arbitrario en la fabrica y disposicion de las partes de un relox, pues que nada hay en ello de natural. Mas quien no ve que seria eso confundir lo arbitrario con lo artificial, y no advertir que á lo natural esto es y no aquello lo que se opone. (Pereira [entre 1798 y 1800], [44])
En los manuales, las distinciones dicotómicas de Saussure se describen como si hubieran sido inventadas por este autor. En realidad, Saussure pudo apoyarse en una distinción hecha entre langue y parole que existía en la lengua francesa, por lo menos desde hace doscientos años. En el Cours de psycologie (1801) de Benoni Debrun encontramos un ejemplo muy claro de la distinción hecha entre langue, parole y langage:
C’est-à-dire, que la voix, l’écriture et le geste deviennent les trois moyens que nous employons pour la communication des pensées, et un système quelconque de ces moyens, est ce qu’on nomme une langue, du principal organe que nous employons à cette communication; c’est à la faculté d’employer ces moyens, prise d’une manière générale, qu’on donne le nom de langage, et à l’acte de cette faculté, qu’on donne celui de parole. (Debrun 1801, 64)
Debrun define la langue como un sistema para la expresión de nuestros pensamientos, el langage como la capacidad de hacer uso de este sistema, y la parole como un acto de esta capacidad. Como profesor de gramática en una escuela central, Debrun redactó este texto respondiendo a una circular del ministro del interior que había invitado a los profesores a hacerle llegar copias de los cuadernos que dictaban a sus alumnos:
Par une circulaire en date du 20 fructidor an 5, le Citoyen François (de Neufchâteau), alors Ministre de l'Intérieur, invita tous les Professeurs aux Écoles Centrales de lui faire passer une Copie des cahiers qu'ils dictaient à leurs élèves. (Debrun 1801, préface)
Estos cuadernos no influyeron las grandes corrientes de la lingüística, pero sí reflejaban el uso de los términos en las escuelas y en los manuales. Este uso de las palabras langue, parole y langage se transmitió a través de las escuelas, preparando así la distinción terminológica profundizada.
Esta distinción entre langue, parole y langage se prestaba como material terminológico para hacer una distinción teórica. La fuerza paradigmática con la cual el Curso de Saussure se ha impuesto contradice el hecho de que sea considerado como elemento de una serie de textos que funcionalice las distinciones terminológicas que habían sido introducidas antes y que tienen analogías en textos ‘inferiores’, publicados antes de 1916, como el texto Le langage et la vie (1913) de Bally que ya menciona el pensamiento de Saussure:
Bref: le langage est la matière hétérogène et flottante où la langue a pris corps; (Bally 1913, 79)
La distinction entre langue et langage n’est pas seulement difficile par définition: elle varie selon les idiomes. (Bally 1913, 79)
Il n’y a, selon nous, qu’une solution à toutes ces difficultés: il faut se placer de prime abord sur le terrain de la langue et la prendre pour norme de toutes les autres manifestations du langage. (Bally 1913, 25)
Quant à la stylistique interne, elle cherche à fixer les rapports qui s’établissent entre la parole et la pensée chez le sujet parlant ou entendant: elle étudie la langue dans ses rapports avec la vie réelle [...] (Bally 1913, 60)
Saussure nous a rendu familière la distinction entre langue et parole. [...] Si la langue est le trésor des signes et des rapports entre signes en tant que tous les individus leur attribuent les mêmes valeurs, la parole est la mise en œuvre de ces signes et de ces rapports pour l’expression de la pensée individuelle. (Bally 1913, 76)
Para destacar entre una serie de textos hace falta que un texto sea el representante típico de esa serie y que responda de una manera particularmente convincente a los problemas no resueltos de la lingüística de su época. En esto consiste el gran mérito del Curso de Saussure. A la imagen de Saussure como fundador de la lingüística estructural, difundida en los manuales, hay que añadir la de un lingüista que fue capaz de sacar provecho de las distinciones de términos que ya existían en su lengua.
3. Los conceptos se preparan implícitamente: una serie de tratados ‘semióticos’ antes del Curso
La necesidad de una fundación científica de estudios lingüísticos se sentía también en los decenios antes de la publicación del Curso. Nos limitaremos de nuevo a la presencia del concepto de la ‘arbitrariedad’ del signo lingüístico y lo estudiaremos en dos de sus consecuencias: (1) Cuando el signo lingüístico se considera como arbitrario, las personas podrían sustituirlo por un signo creado artificialmente, eso quiere decir se podrían inventar lenguas artificiales. (2) El concepto de arbitrariedad contradice el funcionamiento de la lengua si no se añaden conceptos complementarios. Uno de estos es la definición del lenguaje como un hecho social que apoya la asignación de cierto significante a un cierto significado por la aceptación de la comunidad lingüística. Otro concepto que permite la explicación del funcionamiento de signos arbitrarios es la noción de ‘valor’ que insiste en la interdependencia de los signos y pone en duda el concepto del léxico como nomenclatura cuyos elementos corresponden a “objetos” predeterminados. Aplicando el concepto de ‘valor’, la lengua no es un conjunto de expresiones exteriores a la disposición del saber en unidades semánticas, sino un sistema de relaciones y oposiciones que asigna su lugar a cada uno de los elementos. Nos concentraremos en la primera de estas consecuencias, remitiendo la segunda a trabajos anteriores (cf. Haßler 1991, 2015).
En la segunda mitad del siglo XIX había varios intentos de crear lenguas universales. En la historia de las lenguas universales encontramos sistemas a priori que asignan nuevas denominaciones a los conceptos y sistemas a posteriori que utilizan elementos de lenguas existentes, simplificándolos y determinando la relación entre el significado y el significante, así como sistemas mixtos:
• Sistemas a priori:
Ramón Llull (1305), Rogelio Bacon (siglo XIII), Tomás de Erfurt (siglo XIV), Guillermo de Ockham (siglo XIV), Descartes (1629), Mersenne, Dalgarno (1661), Wilkins (1668), Leibniz (1795), Delormel (1795), Joseph de Maimieux, Pasigraphie (1797); Sudre: Solrésol (1817), Grosselin (1836), Vidal, Langue universelle et analytique (1844), Sinibaldo de Mas, L’ideographie (1844), Letellier (1852), Sotos Ochando, Proyecto y ensayo de una lengua universal y filosófica (1851), Renouvier (1855), Dyer: Dingualumina (1875), Reimann: Langue internationale étymologique (1877), Maldant: Langue naturelle (1887), Dr. Nicolas: Spokil (1900), Hilbe: Zahlensprache (1901), Dietrich: Völkerverkehrssprache (1902)
• Sistemas a posteriori:
Langue nouvelle (1765), Schipfer: Communicationssprache (1839), L. de Rudelle: Pantos-dimou-glossa (1858), Pirro: Universal-Sprache (1868), Volk et Fuchs: Weltsprache (1883), Courtonne: Langue internationale neo-latine (1885), Steiner: Pasilinguia (1886), Eichhorn: Weltsprache (1887), Ludwik Lejzer Zamenhof: Esperanto (1887), The American Philosophical Society (1887-88), Bernhard: Lingua Franca Nuova (1888), Landa: Kosmos (1888), Henderson: Lingua (1888) et Latinesce (1901), Sanlúcar de Barrameda, un libro titulado: Del Idioma Universal, sus ventajas y posibilidades de obtenerlo (1852; cf. Hernández Guerrero 1984), Bell (1888): Word English, P. Hoinix: Anglo-Franca (1889), Stempfl: Myrana (1889), Stempfl: Communia (1894), Dr. Rosa: Nou Latin (1890), Julius Lott: Mundolingue (1890), Liptay: Langue catholique (1890), Mill: Antivolapük (1893), Heintzeler: Universala (1893), Beermann: Novilation (1895), Le Linguist (1896-97), Puchner: Nuove-Roman (1897), Benjamin Bohin: Syllabaire Moderne Universel (Patoiglob) (1898), Kürschner: Lingua Komun (1900), Akademi Internasional de lingu universal: Idiom neutral (1902).
• Sistemas mixtos:
Grimm (1860), Schleyer: Volapük (1880), Verheggen: Nal Bino (1886), Menet (1886), St. de Max: Bopal (1887), Bauer: Spelin (1888), Fleweger: Dil (1893), Dormoy: Balta (1893), Guaroliola: Orba (1893), W. von Arnim: Veltparl (1896), Marchand: Dilpok (1898), Bollack: Langue bleue (1899)
En la enumeración incompleta de estas obras,[1] que muestran la constancia de la preocupación por crear una lengua universal, destaca la época del fin del siglo XIX, lo que podría demostrar que había una actitud semiológica que consideraba la relación entre el significado y el significante como arbitraria en el sentido literal, por eso alterable, y que podía apoyar la demanda de una teoría semiótica de la lingüística. Los inventores de lenguas artificiales de esta época no habían estudiado lingüística. El psicólogo Mulaik explicó la motivación para crear una lengua artificial por el deseo de superar la arbitrariedad del sistema lingüístico de la lengua materna: inventando nuevos signos, el creador de una nueva lengua puede atribuirles su propio significado:
Language inventing may also represent an attempt to overcome the arbitrariness of a language system imposed upon the language inventor during his childhood. By inventing his own language, he can impart his own meanings to the words he invents, which he cannot express in his ‘public language’, or more significantly his ‘mother tongue’. (Mulaik 1962: 29)
Además, la motivación de derribar las barreras de comunicación por una lengua universal puede atraer personas descontentas por haber sido malentendidas o por no haber podido expresar sus sentimientos durante su infancia:
Finally, the motivation to break down barriers to communication via a universal or even an international language will tend to attract people who may have felt considerable dissatisfaction as children by being misunderstood, of not being able to express openly their feelings, or of not understanding others. (Mulaik 1962: 29)
Según sus inventores las lenguas artificiales eran construidas según reglas gramaticales completamente análogas y tenían vocabularios fijados, por lo que las suponían utilizables para una comunicación universal.
La intención de la creación compleja de Sotos Ochando radicaba en aunar cada una de las materias de estudio del universo con un elemento lingüístico que las expresase (cf. Pérez García 2006, 1220-1221). En cuanto al concepto de arbitrariedad, esto corresponde a un proceder aparentemente contradictorio: se utiliza la arbitrariedad de la relación entre el significado y el significante para cambiarla, introduciendo un nuevo significado cuya relación al significante no sea arbitraria, sino necesaria. Por la relación directa entre el orden alfabético y el orden de las cosas del mundo desaparecería la arbitrariedad:
Tabe refan bo il tube omalum los el
Relación constante entre el órden alfabético de las
ojegos bal il rafin bal otacan los il rabes su
palabras y el natural y lógico de las cosas
ojapergans fi sacis. — Na sadan riabirben la il
significadas por ellas. — Este es el
reaci tenban bal ocaga-rmin no sadan ojebe.
carácter típico y distintivo de esta lengua. (Sotos Ochando 1863, 119)
Esta finalidad filosófica de crear una lengua que ayude por sus signos al pensamiento era ajena a otros ensayos de lenguas que fueron publicadas en la misma época o poco después (cf. Calero Vaquera 1993). En 1879, el párroco Johann Martin Schleyer elaboró la lengua secundaria Volapük, en la cual estableció una correspondencia total entre los sonidos y los grafemas, omitiendo todas las letras no pronunciadas. Un adicto italiano del Volapük, Vincenzo Amoretti, ve la razón del funcionamiento de esta lengua en la asignación bien reflexionada de significantes a significados, análoga a los signos del álgebra:
Tutti i popoli sono d’accordo sul senso da attribuirsi per esempio alle cifre numeriche dell’aritmetica sebbene essi differentemente le esprimano nella loro rispettiva lingua con differenti appellativi. Prendiamo per esempio la cifra 4, un francese leggerà quatre, un inglese four, un tedesco vier, uno spaguolo cuatro, e così via. Ciò nondimeno nessun d’essi si sbaglierà circa il numero rappresentato; 4 vale 4 in tutto il mondo. […] E lo stesso avviene ancora del complesso dei segnali semaforici che potrebbero definirsi una lingua universale a segnali, poichè da tutte le nazioni usata è per suo mezzo che i marinai di tutti i paesi si riconoscono e comunicano fra loro a distanza, facendo una vera traduzione mentale dei segni trasmessi. (Amoretti 1888, 13)
La diversidad de las lenguas, considerada desde hace más de dos siglos como una prueba de la arbitrariedad y como un obstáculo en la comunicación, tenía que curarse en una época que había superado el orden social imperfecto y el aislamiento de los pueblos, realizando el sueño de una lengua internacional:
E lo stesso avviene ancora del complesso dei segnali semaforici che potrebbero definirsi una lingua universale a segnali, poiché da tutte le nazioni usata è per suo mezzo che i marinai di tutti i paesi si riconoscono e comunicano fra loro a distanza, facendo una vera traduzione mentale dei segni trasmessi. (Amoretti 1888, 13)
Un autor que había cambiado y desarrollado el Volapük, el austríaco Lott, considera también el plurilingüismo como un gran mal, pero restringe los esfuerzos de creación de una nueva lengua a los pueblos del Occidente (Lott 1888).
En la traducción española del Manual para aprender la lengua internacional esperanto que se publicó en Lima en 1901 (11887) se deduce la necesidad de una lengua eficaz de los progresos de la modernidad:
Con rapidez de las comunicaciones, mediante el vapor y la electricidad, se ha notado el inconveniente de los distintos idiomas que se hablan en la actualidad, y la gran ventaja que se tendría con una lengua artificial, que aprendiéndose en poco tiempo y sin necesidad de profesor, auxiliase á los idiomas maternos, de manera que se entendiesen los que necesitan entrar en relaciones comerciales literarias ó científicas. (Villareal, en Zamenhof 1901, 3)
El esperanto tiene unas 2500 raíces, tomadas de los idiomas existentes, predominando las latinas:
Romanas vol-i querer
far-i hacer
patr-o padre
Germanas tag-o día
ink-o tinta
hund-o perro (Zamenhof 1901, 31)
Además, hay terminaciones que forman otras palabras o expresan categorías gramaticales:
Tragedia tragedi-o
Trágico tragedi-a
Teléfono telefon-o
Geométrico geomatr-a (Zamenhof 1901, 31)
De tal manera, se estableció una lengua para la cual las raíces se tomaron arbitrariamente y todos los enlaces se designaban de una manera igual, por lo que se obtuvo un sistema análogo y motivado.
Sobre los demás proyectos de lenguas universales que se desarrollaron en varios países en la época de transición del siglo XIX al siglo XX, nos limitaremos a dos ejemplos. El autor chileno Alberto Liptay (1842-1902) publicó su primer diseño de Lengua Católica en 1890 que tiene versiones en varias lenguas. Liptay compiló los radicales originarios y los adaptó a una ortografía fonética y a una pronunciación internacional. Como dice Carmen Galán (2016, 65), para él no se trataba de “inventar” una lengua, sino de “descubrirla” en formas aparentemente disímiles en el vocabulario internacional grecolatino. En 1916, Jacob Linzbach (1874-1937) publicó en Petrograd una obra bajo el título de Принципы философского языка. Опыт точного языкознания (‘Principios de una lengua filosófica. Ensayo de lingüística exacta’) en la cual presentó independientemente ideas similares a las de Saussure. Linzbach intentó aplicar el pensamiento de las ciencias naturales al lenguaje y explicó la relación de las dos partes del signo lingüístico por una doble computación, teniendo en cuenta su naturaleza psíquica.
4. Conclusión
El culto al progreso científico, técnico y social y la interpretación de la arbitrariedad del signo en un sentido estrecho y literal permitían la creación de nuevas lenguas concebidas como internacionales. En el mismo sentido se pusieron de manifiesto las implicaciones contradictorias del concepto de la arbitrariedad de los signos.
Tales consideraciones contradictorias sobre la arbitrariedad del signo no eran ajenas a Saussure y tal vez también por ellas habría renunciado a una publicación de sus lecciones. La divulgación del pensamiento de Saussure mediante la publicación del Curso en 1916 no permitía reconocer el horizonte de retrospección (cf. Auroux 1996) y tampoco la reticencia del autor que le impedía publicar prematuramente pensamientos no finalizados. Sin embargo, el Curso ha servido como punto de arranque para el desarrollo de la lingüística estructural en Europa y parcialmente en América.
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[1] Para más información ver Calero Vaquera (2012), Galán Rodríguez (2012).